Por Julio García


            ...Al gigante de hierro de mi infancia
            que nunca más volvió

Ya no se escucha silbar
la vieja locomotora,
que allá en mi niñez, otrora,
siempre solía admirar.
La contemplaba al pasar,
halando tantos vagones,
y en sus rieles, sin razones,
hicimos mil travesuras,
hasta romper las más duras
piedras de los callejones.

¡Qué infancia maravillosa,
aquella cuando soñaba
cómo yo la manejaba,
por una vía frondosa!

A su paso...vista hermosa
de sus campos naturales,
sus verdes cañaverales,
con los puentes corroídos
como gigantes dormidos,
de armazones ancestrales.

¿Cómo olvidar que le diste,
a mi pueblo su esplendor?
La fuerza d tu motor
no anduvo un camino triste.
Con tu voluntad hiciste
de lo imposible, algo real;
brindaste un toque especial
a los bateyes dormidos,
que despertaban erguidos
con tu canto matinal.

¿Quién no recuerda tus viajes
de fiestas y carnavales
bajo el sol, o vendavales,
por tus diversos parajes?
Estudiantes y equipajes,
de las escuelas becadas,
carros de cañas cortadas,
arena, piedra y ganado,
sobre el dorsal aplanado
de tus ruedas compactadas.

Las cargas eran muy crudas
para tu lomo de acero,
que soportaba el bracero
de las faenas tozudas.
Tu piel se cubrió en desnudas

cicatrices por los daños,
y de modos muy extraños,
nos abandonaste un día
para sufrir todavía
por la ausencia de tus años.

Yo tuve la inmensa suerte
de despertarme contigo,
y también sufrí el castigo
al ejecutar tu muerte.
Dejaron de sostenerte

y te arrancaron las venas.
Porque cabezas ajenas,
sin escrúpulo y razón,
te abrieron el corazón
sin importarles tus penas.

Me queda el triste consuelo
de guardarte todavía,
por si volviera tu vía,
viejos clavos, con anhelo.
Polines hay en mi suelo,
que son reliquia viviente.
Y cuando el amigo ausente
me pregunta por tu historia,
mi voz se llena d gloria
para traerte al presente.

No pierdo las esperanzas,
mi viejo y querido amigo,
d que regreses conmigo
y acaben las remembranzas.
Guardamos las añoranzas
y devuelvas la alegría.
La ceiba extraña tu vía,
y junto con el andén,
reclaman la vida “Al Tren”
que tuvimos algún día.