Para dar vida a Charlot, Chaplin consiguió movimientos únicos e inimitables. Y es que gracias a este vagabundo con andares de pato, Chaplin recibió el reconocimiento generalizado de la industria del cine y aún hoy, lo sigue recibiendo. Con una vida dedicada por completo al cine, Chaplin recibió numerosos premios y reconocimientos entre los que destaca su premio Oscar honorífico en 1972, por su “incalculable aportación al mundo del cine”. En 1975, fue nombrado caballero de la Orden del Imperio Británico, pasando a ser a partir de entonces, Sir Charles Spencer Chaplin, si bien en su lápida de la localidad suiza de Vevey, donde murió en 1977 a la edad de 88 años, se puede leer simplemente Charles Chaplin. Nunca llegó a desvelar sus métodos de filmación, ya que según argumentaba, sería como si un mago arruinara su propia ilusión. Tampoco solía escribir guiones completos hasta que comenzó a hacer películas sonoras y era habitual que sus producciones se retrasaran si no se sentía con ideas. Chaplin se tomaba un descanso parando la filmación varios días y manteniendo el estudio listo para cuando le volviera la inspiración, una forma de mantener el riguroso perfeccionismo que buscaba para todas sus películas. Muchos le atribuyen al actor la famosa frase “un día sin risa es un día perdido”, y si esa era su idea, Chaplin lo consiguió muchas veces, pues su personaje tenía la particularidad de denunciar los problemas de la sociedad más negra en plena Primera Guerra Mundial con una chispa extraordinaria.Tiempos Modernos, Luces de la Ciudad, La Quimera del Oro, El Gran Dictador, CandilejasEl Chico... ¿Cómo es posible que una película de 68 minutos, realizada hace cien años y que habla sobre un joven vagabundo, haya conseguido escribir su nombre con letras de oro en la historia del cine?

Es sencillo, prácticamente todo espectador que tenga ocasión de contemplarla terminará con una amplia sonrisa y si es sentimental no podrá reprimir una lágrima. El Chico: película tan bella como conmovedora (Charles Chaplin, 1921). La historia comienza cuando una joven madre soltera, Edna Purviance, se ve obligada a abandonar a su hijo (Jackie Coogan),  por culpa de su mala situación económica. La mujer decide dejarlo ante las lujosas puertas de una familia rica. Sin embargo, la angustiada madre no contaba con la intervención del destino y su niño termina al lado de Charlot, esta vez en el papel de vagabundo. Estamos ante una de las obras fundamentales en la carrera del cineasta, que propone una enseñanza muy importante: la lucha ante la adversidad. Charles Chaplin se convirtió en un icono universal a través de su personalidad en la pantalla y fue una de las principales figuras en la historia de la industria cinematográfica. 

 

Tomado de las redes. (N. del E.).