Por Yusbiel León 

 

Frente a las puertas saladas
oxidadas por las hiedras,
el silencio de las piedras
pasta por las madrugadas.
Las calles desafinadas
cantan el polvo del día.
Y por su estirpe bravía
cargan en su andar violento
con un frontil de cemento
los bueyes de la bahía.