Por Orlando Pérez Torranzo 

 

Madre vive en el cuento de todos los días.
No es el cuento chino de las rosas
ni el de las margaritas japonesas.
Madre dice de los periódicos
utilizados como envolturas
y vendidos por temporadas en su pueblo
que cuelga de un barranco,
periódicos de la década
o de las prodigiosas décadas
que hablan solo de un pasado inmortal.

Madre vive atrofiada
por el cuento de las colas
como culebras por las aceras
huyendo al irreverente sol de su archipiélago
a la espera de un premio por subsistir
con un café circunstancial
impuro.

Madre no duerme.
Teme de las noches y al mañana
de un cuento indecoroso
del cuento real que hubo una vez.