Por Airam Morales

Aún no comprendo cómo aparecí en un bosque lleno de misterios; al observar a mi alrededor, siento cómo me observan raros seres que deambulan por el follaje, creando un ambiente macabro. La extraña y palpitante naturaleza luce marcada por los más tontos complejos y, como si fuera poco, raras sensaciones invaden mi nuevo cuerpo, repleto de inconformidades. Surgiendo de la maleza, una forma femenina corre hacia mí, casi rozando mi rostro. Intercambiamos miradas y, sin entender el porqué, le preguntó sin pensar: “¿Cómo te llamas?”. Pero lo único que obtengo, es una mirada capaz de cambiar la vida; mientras me enfocaba en su tentadora sonrisa, ella desaparece, haciendo que el bosque se marchite, pitándolo aún más de negro. Como si se tratara de la noche misma, entro en un  páramo de soledad.¿Dónde está? ¿Quiero verla? Y tras susurrar en las sombras, provoco que una destellante gema en forma de corazón lo ilumine todo llenando los árboles de diferentes matices e indicándome el camino. Respiro, y en alta voz pido que alguien me diga qué demonios es el amor. 

En mi aldea pasan y pasan las eras y todavía se cuenta la historia del bosque de la pubertad; cualquiera que entre, nunca regresará igual.