Por Anisley Fernández

ya usual:
sentarme en pórticos de noche
con un cuchillo entre las manos
fingir que el hambre es gloria

el cazador que robará tu piel también escurrirá su hambre
contra la fantasía de las muchachas que salen a cazar su pan
embarazadas de una quietud un hambre céntrica
como punzón al seno
son estampillas de purpurina
materia de una restauración irreductible
están echadas a la suerte del zoombie
y llegan lejos muy lejos
a pie

yo digo zoombie zoombie y veo una ciudad perdida
locos por todas las calles
por todas las veces que decolé tu imagen
pero no pude retener siquiera el dolor
no sé de rabias ni lepras ni sífilis
¡cuán bendecida por Dios!
anáfora/cartel a contraluz
no hay no hay no hay
sobre las hojas quietas del árbol
comiéndonos comiéndonos
tampoco son para mí los parques esta noche
el cisne va decrépito
dice que viene con una bala en obtusángulos de amnesia
que tampoco podrá recordar
tendrá una ingesta de sangre

yo sigo los autos por la luz
y cruzo y miro por inercia precios caras rincones magros
sin extrañar sin suscitar conjuros
repelente
ante los ojos del zoombie
¡pero qué zoombie Dios!
cuán zoombie el zoombie
que ya no habla que vive enajenado como yo
(extraño y salvaje)
babeándose de urdimbre silenciosa
mil veces superado por el animal más fiero.