Por Maria Herrera

Solo la sombra sabe de mis conversaciones con la oscuridad; 
la realidad es tan sugestiva como la verdad, 
pero en ella perecen ucrónicas las ruinas aferradas 
a mis vísceras gangrenadas. 
La margarita descarnada del anhelo, 
se lava en sonrisas desdibujadas con las penas, 
y entre tantas verdades 
que son mentiras en partes, 
florezco en la cornisa del salvaje 
espíritu que me yace.