Por Anisley Fernández


Cómo me
dueles,
Isla.
¡Dolor
tan rosa!
Tú cáscara
se empolva
aquí,
al centro
de las niñas.
Con ópalos
untuosos
te amasan,
te estrujan,
te asfixian


o
te
salvan

Soy ermitaño
y luna
bojeando tus caderas.