Por Marisol Velázquez

 

Una ráfaga
        toca a tu ventana
        con las pequeñas flores
        de tu bordado;
             eran azules
para abrir
          la noche
bajo el colchón,
          y despertar recuerdos.


Sobre tu cabeza
          revoleteaban
mil mariposas
       tras la luz
colgada de la reja.