Por Mabel Quintana

 

Me casé con don Antonio
que de “don” solo tenía
en su pobre anatomía
una nariz de quelonio.
En la casa era un demonio
que transformó la pantera
en la más indócil fiera,
cuando  al volver de la playa
no pude encontrar mi saya,
mis tacones y cartera.


Por la noche don Antonio
se me quedó en “Antoñico”,
y aunque le crecía el pico
era sólo de plutonio.
Qué farsa mi matrimonio
que por meses soporté.
Hace un mes me desperté,
a mi lado nadie había
y por fantasmal porfía
del susto me levanté.


Fui a la cocina apurada
en interior, sin enagua,
a beber un vaso de agua
sintiéndome desolada.
De pronto la madrugada
me dibujó la sorpresa,
sobre el mantel de la mesa
estaba escrita una nota:
“Te dejo, maldita ilota,
me voy con "una princesa”.


Resulta que a don Antonio
—Antoñico para mí—
le gustó más el totí
que lo condujo al insomnio.
Recogiendo su tricornio
se me fue  por la ventana,
con “una negra sultana”
que en su trasero cabía
el caimán y la jutía
de mi primo Luis Quintana. 

 

Con esta composición la autora obtuvo Premio de décima humorística del Concurso Nacional “Eloísa Álvarez Guedes” 2023. (N. del E.).