Por José R. Calatayud (Pepo)


Muchas veces hablamos de cultura y pensamos en un concierto, en una exposición, en un bailable o en una obra de teatro, y, ciertamente, todo eso es cultura porque es arte y las manifestaciones artísticas forman parte de la cultura, pero ella es mucho más, muchísimo más. Cultura es todo lo que atañe a la espiritualidad, al alma de la patria, a todo lo vinculado a la historia y a lo que el ser humano ha creado desde tiempos remotos. La cultura está íntimamente ligada al hombre y a su espíritu, a su formación y devenir a lo largo del tiempo. Cada uno de nuestros pueblos y ciudades, por pequeños que sean, los parques, las calles, los edificios, los monumentos, los paisajes, los ríos, las cuevas, los puentes y mucho más forma parte indisoluble de nuestra cultura. En materia de cultura ningún pueblo es pequeño. Desde que surge un barrio o un pueblo ya se inicia una historia que debe ser protegida y amada por sus fundadores como patrimonio cultural, aunque sea un bohío en una guardarraya. Amar lo nuestro como valioso es un deber y un derecho que debemos defender. Todo lo que sale de la mano y la inteligencia humana es patrimonio mundial de la humanidad. No defender nuestro patrimonio y nuestra cultura nos convierte en cómplices de un genocidio cultural irreversible.