Memorias del ayer
Por José L. Sánchez
Hoy comienzo este relato
pensando que por pesetas
montaba las bicicletas
que me alquilaba Falcato.
Establecíamos trato:
el horario no era abierto,
era un recorrido cierto
y después del sofocón,
tomar con satisfacción
un guarapo de Roberto.
No pienso que es obsoleto
cuando algo tú disfrutas:
me refiero a las minutas
que freía el viejo Teto.
Era un plato bien repleto,
con un sabor exquisito:
en la fonda de Pablito,
con amor, sin menoscabos,
por unos pocos centavos
se saciaba el apetito.
Yo la historia no la anulo,
y cuando quería vestir,
nada podía adquirir
en la tienda de Virulo.
Otros negocios calculo
tenían muy buenos tratos,
ni para un par de zapatos
a veces tenía un kilo.
Mas si compraba en El Nilo
me salían más baratos.
En recuerdos que cultivo,
de la memoria me arranco
la refresquera de Franco
y las paticas de Vivo.
Hoy, removiendo mi archivo,
me acordé del cine incluso:
yo quise burlar a Luso,
pero, pícara la vieja,
me agarró por una oreja
y en la escalera me puso.
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