(Consejos para estos tiempos de cuarentena)

Por Sandra M. Busto

 

Rosa María Campos, conocida por todos como la Tía Rosa, es una de las compositoras más importantes de música infantil con que cuenta el centro de la Isla. Forma parte de esas figuras que han legado su aporte al repertorio musical de los más pequeños, como lo fue la santaclareña Teresita Fernández, que nos regalara en el siglo XX, tantas canciones que quedaron en el pentagrama cubano.

Hoy la Tía Rosa conjuga su labor pedagógica como instructora, junto a la creación de temas que son sin dudas parte de la vida de muchos niños cubanos. Nacida en Sancti Spíritus, viene muy joven para Cienfuegos, donde desarrolla su carrera en el arte. De su autoría tenemos canciones que han sido muy populares entre los niños a nivel nacional, dejando así una dulce impronta en el corazón de quienes crecen escuchando y cantando sus temas.

Su entrega, encanto y ternura son un privilegio para los que pueden tenerle cerca o disfrutan junto a la magia de sus canciones infantiles. Tal vez todavía no se den cuenta de quién les hablo, pero si les digo que es la autora de temas infantiles como: «Amanecer feliz», «M con A, N con I, Maní» y de «Chivirico Rico», entre los que han sido más populares a escala nacional, seguro que muchos ya van recordando.

Qué bonito es ir por el mundo sembrando ternura; más en estos tiempos, en los que necesitamos que nuestros hijos mantengan un corazón limpio, pleno y feliz. Por eso, en medio de la situación en que este 2020 se nos presenta, quise departir con ustedes su dulce y sabia experiencia, de la que brotan canciones y duendes, que se convierten en esperanza.

A ella, que ha trabajado con tantos niños y que es una figura tan querida sobre todo en cienfuegueros, le pregunté en estos momentos, en que los pequeños están en casa y les ha tocado enfrentar la difícil parte, que es la de comprender esta situación y ser disciplinados: ¿qué consejos les daría?, ¿qué le diría la Tía Rosa a los niños en medio de la cuarentena que hoy vivimos por la Covid-19? Desde su amabilidad y su voz dulce y pausada, trasmitió más de un mensaje de esperanza para todos.

Tía Rosa: Nuestros niños son alegres, traviesos, vivaces. Les aconsejo que estén en sus casitas, en sus espacios. Tienen que pensar, que otros niños que viven a miles de kilómetros de distancia están igual. Lo mismo está sucediendo con el que vive en el desierto, o en las zonas heladas. Todos estamos en la misma situación de espera y de cuidado. Hasta ahora no hay esa medicina, que sí va a salir, y hay que tener fe y esperanza. Los científicos la están preparando para los soldaditos del cuerpo, que son los anticuerpos, y que son los que pueden batallar contra ese virus. Ellos llevarán la medicina luego a cada parte, a cada rinconcito para así sanarnos. Hasta entonces, hay que guardarse en casa, y allí hacer todo lo que no podíamos hacer antes por falta de tiempo.

¿Cuántas cosas no podemos hacer? Muchísimas, incluso, querernos más. Lo que les puedo decir es que los extraño mucho, pero que nos vamos a ver. Y cuando todo esto pase y nos encontremos nuevamente, ese niño que dejé de ver tan chiquito, ahora lo voy a encontrar más hermoso, más alto, habrá aprendido más cosas, será mucho más cariñoso y apreciará aún más todo lo que tiene en sus manitas. Entonces vamos a ser personas curadas del tiempo y todo va a pasar.

 

Sandra: El arte es un instrumento muy valioso para el equilibrio emocional de los pequeños en estos momentos. ¿Qué piensa usted, que ha tenido la experiencia de trabajar con niños a través de las canciones infantiles?

Tía Rosa: La canción infantil es la que está a la altura del niño. Hay diferentes tipos: para los parvulitos, nanas para dormir y nanas para despertar, canciones para enseñarles las partes del cuerpo, los deditos, eso es cuando son bebés. Pero va desarrollándose y junto con esos niños que van creciendo, las melodías también van siendo más elaboradas y complejas, en la medida en que esos niños van siendo más grandes.

Cuando voy a hacer una canción me devano, me desgasto buscando la palabra que es, porque si ellos no la van a entender, entonces esa palabra no sirve, el lenguaje, el poder de síntesis, lo que les voy a contar y cómo lo voy a hacer, la melodía, el texto, en fin, es muy complejo.

 

Sandra: Usted tiene una canción que es como un juego de palabras, la de «Catana», que yo disfruto mucho y he visto cómo los niños también.

 

Tía Rosa: Son veinticinco palabras que terminan en ana: Sale Catana por la mañana… Involucré a los niños que me rodeaban en aquel momento. Siempre digo que me hago acompañar de maripositas y de saltamontes, que son los niños. Recuerdo que íbamos un día a un municipio y estaban un poco alborotados. Les dije entonces las palabras mágicas: necesito que me ayuden. Cuando le dices a un niño estas palabras, ellos inmediatamente se sienten importantes. Enseguida estaban todos a mí alrededor. Les pido que piensen, para que encuentren palabras que terminen en ana. Enseguida una dijo: “Diana, ese es mi nombre”. “Están bien los nombres, pero quiero palabras que se relacionen con las frutas, con los colores, con la Naturaleza” —les respondí. Ahí se quedaron con los ojitos mirando para arriba, para un lado, para el otro. Se fueron para sus sillas y si tú vieras las caras... Enseguida comenzaron: “Tía, manzana”. “Ah, muy bien” —les respondí. El viaje al municipio resultó muy rápido.

 

Sandra: Pongo como ejemplo otra de sus canciones, que habla de las diferentes especias que se utilizan para cocinar.

Tia Rosa: Exacto: «Fiesta en la sartén». La escribí pensando también en mis hijos, que no les gusta comerse las especias y te las van dejando en el borde del plato y al final el plato parece una carroza.

Yo me he divertido para los niños, porque la palabra trabajo no me gusta para definirlo. Es que lo disfruto tanto, extraño mucho los domingos, que le digo: mi parque de diversiones.

 

Sandra: Claro, es su sentido de pertenencia con ese rinconcito que le ha abierto las puertas para desarrollarse. Usted tiene una obra preciosa, que ha llenado de esperanzas y de fantasías a muchísimos niños, y adultos también, porque a mí me encantan sus canciones y se lo confieso. «Amanecer feliz», es un tema precioso y dice: Amanecer feliz, sonríele a la vida. La escucho todas las mañanas en la sección infantil del Noticiero Buenos Días, de la Televisión Cubana. A mí me gusta la actitud que propone. Aunque la vida a veces tenga sus dificultades, pero asume la actitud de ser feliz y de sonreír.

Tía Rosa: Es eso, es llamar al optimismo, es decirle: ven, por favor. Problemas tenemos siempre, a cualquier edad, o dificultades, o incertidumbres y dudas. Entonces hay que llamar a eso que se llama optimismo, fe, esperanza. Hay que hacerse como una ropita con las tres y aunque sabes que hay alguna situación, tienes que usarlas como armas. «Amanecer feliz», es prácticamente un deseo, de que como estés, bueno, sonríe, que sonrisa llama a sonrisa. Cuando sonríes, el otro también y se produce como un eco, como un bumerán. Entonces, es un deseo y es prácticamente una orden: “¡Sonríe, vamos!” Yo misma me lo digo siempre.

Si supieran en qué momento hice esa canción, no te lo imaginas: en pleno Período Especial, en la década del ʻ90. Igual que «En aras de vivir», que dice: He de cantar, he de seguir, he de soñar y sonreír, aunque el mundo cambie de color, yo estoy aquí, contigo. Esta experiencia que estamos viviendo hoy, es un problema mundial, tengo a mi familia, tengo dónde guarecerme, tengo mi alimento y tengo la fantasía, siendo así, podemos aguantar.

 

Sandra: Me contaba que su obra infantil la desarrolló ya estando en Cienfuegos.

Tía Rosa: La música infantil, aquí, sí. Cuando llego a Cienfuegos conozco a la maestra de los maestros de los súper maestros: Luisa Acea. La recuerdo con su inseparable acordeón y montones de niños. A ella casi ni se le veía, era una gallina sacada con niños y niños a su alrededor y unas canciones preciosas. Ella era creadora infantil, y estaban también Irma Serrano, Mirta Cuesta, Valentín Mesa; eran compositores muy buenos y yo en la última luneta, en la última sillita del Teatro Tomás Terry, toda consumida, escuchando aquella maravilla. Ahí, mira, eso fue un flechazo. Yo creo que fue lo que me motivó, porque era una cosa tan bella.

La compositora de música para niños nació aquí, en Cienfuegos. La primera canción es «Rocío» y dice: Rocío, gota que forma la noche, y en la mañana se rompe, llena de luz y color; y en la mañana se rompe, rocío.

 

Sandra: Que linda, que ternura. Ojalá pudiera transcribir también su voz al cantarla.

Tía Rosa: La escribí para que evocara a la misma gota de rocío, transparente, pequeña, tímida. En el momento en que la compuse, yo vivía en un reparto que se llama Pueblo Grifo, fue poco después de mudarme para acá. A los meses, durante la semana de receso del mes de abril, voy a tomar mi transporte público para venir para la Casa de la Cultura y en el trayecto a la parada veo por la ventanilla en el pasto que dos gotas de rocío se habían unido. Apretada entre la multitud, comprimida entre las demás personas que iban en el mismo transporte, empecé a crear la música. Esa resultó ser la llave de la puertecita de lo que yo tenía que hacer.

Uno tiene que hacer siempre el bien, e irlo purificando, teniendo siempre los mejores ejemplos, con un cuidado inmenso, sabiendo que tienes un arma en tus manos, porque el arte es un arma y muy poderosa de los estados de ánimo, de lo que convoca, una canción en tres minutos puede convocar a la guerra, o a la paz.

 

Sandra: También a reflexionar, pensar, cambiar de un estado a otro; sí, cómo no. Puede servir para enseñar sobre diferentes cosas que se quiera llevar a un grupo; para que les sea más asequible la propia cultura, algo tan necesario en  el alimento espiritual de los seres humanos.

Me llama muchísimo la atención ver que músicos de renombre hoy en nuestro país, como el mismo Alexander Abreu, fueran pupilos suyos. Sus niños aprenden con otra base, se nota el disfrute. Es muy importante también que ese alumno se divierta a través del arte, de la música y del proceso de enseñanza-aprendizaje. Eso usted lo tiene clarísimo.

Tía Rosa: Sí, que no se convierta en un castigo, justamente has dicho la clave de lo que he podido hacer. Lo primero es eso, el disfrutar y desde la admiración, el respeto, el cuidado y el disfrutar cuidando. Así como se cuida una flor, que no se corta de la planta, que es mejor verla en su estado natural, así disfrutarla y justamente así son todos mis encuentros con los niños, en mis ensayos.

Se produce una retroalimentación, es como un eco, como te dije hace un rato. Si yo le estoy dando alegrías, si estoy disfrutando lo que estoy haciendo para ese niño, a esa niña o a ese grupo de niños; ellos me lo devuelven.

La educación empieza en la casa, empieza en el seno familiar; pero la instrucción está en manos de los maestros y ese es el binomio perfecto: educación e instrucción. Pero, si usted va a dar la instrucción, hágalo con educación, con amor, vístase de mamá o de papá, para instruir. Y vístase de amor a lo que está haciendo; porque le está ayudando en algo tan importante que es construir lo que van a ser mañana. Esa es la única forma en que puede garantizar que va usted a llegar a esa otra persona que tienes enfrente. Si a usted no te gusta algo, no vaa a lograr que le guste al otro, eso sí me ha pasado. Las mamás me dicen que qué paciencia yo tengo y yo no hago nada que no sea prácticamente jugar con mis alumnos. Pero jugamos en serio, jugamos a cantar bonito, a pronunciar bien.

 

Sandra: Quisiera preguntarle algo en lo que me gustaría mucho enfatizar, y es sobre la necesidad del desarrollo de la parte estética dentro de la educación del niño. ¿Cuánto cree usted que los ha visto crecer, después que han tenido la oportunidad de incluir estas herramientas para su vida? ¿Puede hablarme sobre su experiencia?

 

Tía Rosa: Fíjate, el arte sana, modula, modela, y no solamente al universo infantil. El arte es bello, es sanador. Mira qué edificante es el arte, que no solamente da otra visión de la vida y del uso del tiempo y de la armonía del ser humano, no solamente a la criatura que lo está recibiendo directamente, sino al indirecto, que es el familiar.

Me imagino que les ocurra a todas las personas que contribuimos en la educación artística y de la manifestación que sea y es que también a través de nuestros alumnos, se irradia a la familia.  Esos son los padres que van al teatro a llevar a sus hijos, personas que anteriormente nunca se habían acercado al mundo artístico. Ahora su pequeño, que está desarrollándose dentro de este medio, es quien lo convoca. También comienzan a socializar con personas desconocidas, que se unen a través del arte. Mira lo grandioso que es, que sana, educa, forma, ennoblece, hace a las personas útiles. Y eso me ha gustado siempre. Es lo que me anima todos los días, necesito hacer algo, ser útil, aunque sea pequeño lo que uno haga; no se trata de ganarme el cielo, ni la gloria, no, se trata solo de mí hacia el otro, de hacer, de eso es responsable el arte. Así, cada día, trato de hacer algo por alguien, o por mí misma. Cumplir la jornada, aunque sea algo pequeño, no sé si a ti te pasa. Uno siente que se ganó el día. Al levantarme cada mañana, me pregunto si quedó algo pendiente. Siempre hay muchas cosas que podemos hacer.

 

Sandra: Yo la entiendo, aunque sean metas que parezcan pequeñitas, uno se siente bien. Sí, como no, yo también me pongo mis metas cada día.

De hecho, recientemente pude ver que subió a las redes sociales su canción «No me arrepiento», un tema que refleja su sentir por la situación actual que estamos viviendo por la Covid-19

Tía Rosa: Tuve que cantarla para las redes a capella, porque mantener el teléfono y la guitarra es imposible. Pero yo me tenía que cumplir esa meta. Fue tanta la emoción y es que llevo varios días preparando algo que quería hacer. Empecé otra canción que tenía otro aire, era otro estilo, pero esa la dejé por el momento porque es para cuando se acabe la pesadilla esta. «No me arrepiento» es una canción que comencé a trabajar casi sin darme cuenta y de hecho, te comento como algo específico sobre este tema, que un fragmento que utilicé, tiene como veintiocho años de compuesto, con modificaciones del texto, pero retomé la melodía. Me paso mucho tiempo para dar por terminada una canción, nunca estoy conforme.

Esta no es una canción infantil. Realmente no compongo canciones para adultos. El tema está cantado en primera persona y habla de los amigos, de la importancia de salvarlos, es la situación actual, pero también puede ser para mañana, para pasado mañana y para cualquier persona que vive de espaldas al tiempo por hacer algo bueno, por hacer algo útil.

 

Sandra: Qué bueno que nos haya regalado este tema justo en este momento

Tía Rosa: Es como la canción que hubiese hecho un médico, desde su sentir, es como si fuera desde ellos, y también para ellos, por supuesto. Está cantada en primera persona y dice así: Vivo, de cara al verso, de cara al sol. Y es un homenaje a todos los médicos, paramédicos y todo el personal que está batallando en el mundo entero contra esta pandemia.

Cuando grabé el tema estaba lloviendo y se siente de fondo, acompañando como un efecto, cuando dice: llora el cielo. Y sí, realmente en esos momentos llora el cielo.

La otra canción que estoy preparando para cuando todo esto termine, me gustaría hacerla junto a jóvenes intérpretes. Es más alegre. Quisiera que no solo canten, sino que pongan también de ellos en el tema.

 

Y así es la Tía Rosa, un regalo de ternura que nos bendice el día. Una mujer que desborda encanto y que siempre está preparada para compartir su magia con todos. Qué bello sería poder verla en espacios televisivos, darle más visibilidad a una obra de amor tan necesaria.

La creatividad, la autoexpresión del niño a través de las diferentes manifestaciones artísticas, son instrumentos muy útiles ahora que usted está en casa y que no puede salir. Es también el momento de aprender a través de la pintura, de la música, del canto, del baile, de la lectura; es intentar escribir cuentos, poemas… Es intentar expresarse. A esos niños que tienen la posibilidad de acercarse al arte, se les desarrolla más la concentración, el concepto del trabajo grupal, el respeto; son más autorrealizados y logran en su vida, por lo general, ser más felices. Potenciar el sentido y el gusto estético; así como aprovechar la sensibilidad por las artes es muy valioso. A través de ellas se adquiere cultura, se aprende ética, cómo resolver de manera creativa cosas cotidianas de la vida y todo esto influye positivamente en el desarrollo de la personalidad…

El apoyo a nuestros niños debe ser en todos los flancos: educativo, formativo y estético. Mente, cuerpo y expresión creativa deben ir en armonía para un desarrollo óptimo de las capacidades y habilidades de un niño. La Tía Rosa es un ejemplo de cuánto se puede hacer en tal sentido.

 

 

Entrevista telefónica realizada a la Tía Rosa por la autora, el 2 de mayo de 2020.