Por Irelia Pérez
I
 
 Padre de azúcar,
                              te nombra
 con nostalgia la campiña
 y en tus manos una niña
 que juega se ha vuelto sombra
 del ayer.     Sobre la alfombra
 verde regresa porqué
 huele a otredad con café,
 a despertar de caminos
 y a una lluvia de molinos
 derrotados, en su pie.
II
 Dueño del verdor,
                                te canta
 mi verso prado y rocío
 con mariposas.     Un río
 de auroras va en mi garganta.
 Sueño de niñez imanta
 cada recuerdo en tu huella
y si me abraza la estrella
 de tu corazón humilde,
 sale el sol en La Matilde
 "con su torre esbelta y bella".
 Nota: El último verso es de mi padre. (N. de la A.).
 
											 
   
  
 
						













