Las voces del espejo
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…a veces en la tarde los empaña
el hálito de un hombre que no ha muerto.
Jorge L. Borges
Un día de verano llegó a mi casa, lo trasladaron dos hombres. Es imperfectamente ovalado, hecho en bronce, lo decoran bajos relieves y en la cúspide tiene flores que albergan un fino espejo, forma parte de un mueble llamado consola, entre ellos rivalizan por su clásica belleza. No es el de Blancanieves ni el notable espejo pincelado de Jan Van Eyck. Es un reflejo etéreo, infinito, de múltiples voces, con rostros eternos atrapados en el espejo plano que refleja la luz.
Lo colocaron en el pasillo que desemboca a la estancia-sala. En pocos días se integró como un miembro más de la familia. Para todos resultaba imprescindible. La primera vez que me vi en ese nitrato de plata, miré a una adolescente con cabello negro y lacio, sus grandes ojos fueron absorbidos por la luz reflejada en el lago. Los espejos guardan secretos y caras con gestos buscando una respuesta; tal vez sí la encontramos, por eso continuamente buscamos nuestra imagen.
A lo largo de muchos años, el habitante del pasillo soñó, platicó, amó, entristeció, festejó, oró, como todas las voces que se posaron en él; infinidad de expresiones familiares y ajenas. Él envejeció, está cansado, ahora está conmigo.
Rememoración
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Por Marcos Rodríguez
Ahora sólo queda el viento
el viento que sopla sobre la ausencia de colores
sobre los grises y negros que se clavan
como estacas frías en el tiempo.
Y se oye el susurro de lo que ya no existe,
de las ideas macabras de otras épocas
de la burla fría y persistente.
Se escucha el chasquido
de los cerebros que cavilan,
se huele la carne quemada de los dedos
que se aprietan sobre el hierro candente.
La madre de la serpiente y la serpiente,
y el engendro que late en el seno de la serpiente,
un cuello que se quiebra
y el quejido que nunca brotó,
se conjugan para insinuar
la sombra de la muerte y el olvido.
Duros sonidos de caras
que se caen rojas de vergüenza,
y se rompen derramando el líquido prohibido.
Brindo por ti y lo que hoy no somos
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Por Ixchel Arezcan
Brindo por ti y lo que hoy no somos
por lo que fue y lo que nunca seremos
por esas veces en que te pienso y no te pienso
por esos días en que te sueño hasta despierto
y esas noches en que sin ti aún sobrevivo
brindo bebiendo tu recuerdo
en copas impregnadas de tristeza.
Carpe Diem
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Por Walt Whitman
Aprovecha el día.
No dejes que termine
sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz,
sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
te quite el derecho de expresarte,
que es casi un deber.
No abandones tus ansias
de hacer de tu vida
algo extraordinario...
No dejes de creer
que las palabras y la poesía, sí pueden cambiar al
mundo;
porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de pasión,
la vida es desierto y es oasis.
Un río de auroras
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Por Irelia Pérez
I
Padre de azúcar,
te nombra
con nostalgia la campiña
y en tus manos una niña
que juega se ha vuelto sombra
del ayer. Sobre la alfombra
verde regresa porqué
huele a otredad con café,
a despertar de caminos
y a una lluvia de molinos
derrotados, en su pie.
II
Dueño del verdor,
te canta
mi verso prado y rocío
con mariposas. Un río
de auroras va en mi garganta.
Sueño de niñez imanta
cada recuerdo en tu huella
Ladrón de Sábado
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Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor, y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: «¿Por qué irse tan pronto, si se está tan bien aquí?» Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la situación, pues el marido —lo sabe porque los ha espiado— no regresa de su viaje de negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.
A Ana, preocupada por Pauli, mientras prepara la cena se le ocurre algo para sacar al tipo de su casa. Pero no puede hacer gran cosa porque Hugo cortó los cables del teléfono, la casa está muy alejada, es de noche y nadie va a llegar. Ana decide poner una pastilla para dormir en la copa de Hugo. Durante la cena, el ladrón, que entre semana es velador de un banco, descubre que Ana es la conductora de su programa favorito de radio, el programa de música popular que oye todas las noches, sin falta. Hugo es su gran admirador y. mientras escuchan al gran Benny cantando Cómo fue en un casete, hablan sobre música y músicos.
Frente a las puertas saladas…
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Por Yusbiel León
Frente a las puertas saladas
oxidadas por las hiedras,
el silencio de las piedras
pasta por las madrugadas.
Las calles desafinadas
cantan el polvo del día.
Y por su estirpe bravía
cargan en su andar violento
con un frontil de cemento
los bueyes de la bahía.
Circunstancias
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Para esta conversación
la vida no conviene
y viceversa.
La circunstancia
es mi cabello al viento
y la tapa del cráneo
queriendo volar.
Tiene que haber otro espacio
para tantas palabras,
otros espejos
otros guiones.
Tiene que haber un espacio
para este grito
donde pueda olvidar.
El dolor del poder
y el del alma
se acorralan.
Sus partes son esenciales
en esta conversación.
Pero no será aquí.
No en esta fetidez de voces.
El niño y el zunzún
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Por Mariam Aguilar
Había una vez un zunzún que un niño quería atrapar, pero una niña llegó y le dijo que no lo atrapara, porque los zunzunes eran bonitos y muy útiles; él le hizo caso y desde entonces se dedicó a cuidar el jardín de su casa, adonde el zunzún venía todas las mañanas a libar de las flores.
No pudieron regresar
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Por Mayda Palazuelos
El garaje donde parqueo, está bajo este edificio. En temporada de primavera se llena de gorriones ese techo.
Los padres vienen para alimentarlos pico a pico, los veo volar y les hecho pedacitos de pan (comida de gatos) partida bien chiquitita, los pone preciosos!; tiene muchas proteínas.
A los pajaritos no los puedo ver, están escondidos entre el techo y los tubos y los carros abajo, no los puedo socorrer y a veces sus padres no pueden regresar: han ido lejos buscando algún granito de algo, puede ser arroz, pan, pedacitos pequeños de carne, muy bien picados o comida para perros o gatos, un poco triturada para que le quepa en su pico.
El asunto es que a veces bajo a lavar mi carro tarde en la noche y siento ese profundo lamento de los pichones en desesperación.
Al otro día, es tarde, desaparecieron sus voces, sus padres no pudieron regresar…
Posteridad: disgregación en el polvo
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1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba? 2.-: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
Roberto D. Malatesta: Mi primer acto de creación o de iniciación, lo he escrito en un poema de La estrella roja y otros poemas. La tormenta era inminente, yo era un chico de seis o siete años, pero tenía miles de años de antigüedad, ya comenzaba a soplar el viento y se sentía ese olor a Dios que la lluvia, entre otros elementos, trae. La calle era un río de tierra, era el barrio de mi abuela, en el mío también eran de tierra las calles, yo sentí ese llamado, el viento, la tormenta, la pronta llegada de la lluvia que pone al cielo a nivel de las manos y el rostro. Algo se disparó en mí, y me lancé a la calle a revolcarme, daba vueltas y vueltas en el polvo, no sé qué era aquella danza, fundirme con los elementos, ser uno en la creación, comulgar. Si hoy no lo entiendo completamente, menos en aquella oportunidad.
Me fue mal, una vecina me vio y le contó a mi mamá, sin protestas la dejé aplicar su correctivo, ¿qué argumentar en mi defensa?
3.- RR: “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?
RDM: La inspiración, no, no se ve, fluye, abre la puerta, invita a la fuga. Volvemos, si te quedás de ese lado enloquecerías totalmente. De chico, uno casi que vivía inspirado, pero te enseñan a rechazar la invitación. Existe.
Efecto café bulevar
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Por Luis Yuseff
Y todo está dispuesto de este modo,
para que no salgamos del mágico círculo.
Ossip Mandelstam
Para Ghabriel
una isla propia.
Entro. Pido el último café. Elena Burke es un recuerdo.
Todo es frío bajo los toldos.
Por momentos la lluvia de tránsito nos obliga a adentrarnos.
Descendemos a otros arcos protectores.
Patio interior de piedra. Asfixiante.
Aquí se vive arduamente. Se hace un espacio
a cada provincia. Y otra se acerca mientras pides un café.
A cambio de una moneda tendrás la joya blanca
entre tus manos. Es amargo el trago para beberlo despacio.
Ha de ser despacio para que el trago baje amargo.
Y comienzas a conversar. Pues aquí se habla vivamente.
Interrumpidos por la mano que pide con hedor e insistencia.
(También mi mano es pobre y la guardo bajo la madera).