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Por Juddy Martín
Hoy no llueve en París
ni tengo idea de si alguna vez
llueve en París
pero se anuncian torrenciales
aguaceros en La Habana
y el sol partió los adoquines
de la Catedral.
Casi es marzo otra vez.
Los hijos parpadean sin
rumbo en el andén,
parpadean los trenes hasta
que se apagan en silencio.
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Por Ernesto Peña
A veces se viaja en el tiempo (en las barcas de la memoria y la imaginación); por lo común se viaja en el espacio; muy pocos logran realizar un viaje interior hacia sí mismos.
Pero estas tres especies de viaje son recreadas por Pepe Sánchez en su poemario Memorias de un gladiador (Ediciones Mecenas 2023). Treinta y dos sonetos que asumen la cultura grecolatina como contexto donde se dilucidan las vicisitudes de un gladiador-juglar. Corresponde a este describir conflictos relacionados con la libertad interior, las conquistas violentas y la perseverancia del amor como emoción a la que sujetarse siempre: “..que la vida es amor sin aranceles”.
Juegos de poder, juegos del Poder, juegos contra el poder, encontramos en la primera parte: “El tiempo y la utopía”. El sujeto lírico resume su nudo interno en el poema homónimo:
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Por Olivia de la Caridad Casanova
Vierto, desalojo el vaso de:
una gota carcomida
las noches con ofensivas de incertidumbres y espantos
ganas en sus desenfados imposibles
las madejas
crepúsculos que celebran donde juicios se encapuchan
necrópolis de preguntas y cancerosas respuestas
lanzo ardides
confesiones al homicida… ¡cobarde!
Pompeya —por el desastre—
cordel sin el papalote
arañas que me descosen los pavimentos remotos
sillón en post de abandonos (meciéndose)
furibundos extractores de peculios lloviznándome los ojos
destierro —para erigirme— un talud en el naciente
simulaciones
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La felicidad es una pistola caliente
John Lennon
Esta no es la única muerte Aarón
Antes que tus ideas ardan
acaricia el muro
enciende el cuerpo limpio
en la encrucijada.
John tiene palomas felices en los huecos del pecho instantes de estupor dialoga con las aproximaciones minimalistas del acero sin la menor idea de la muerte
Hiba Kamal se fue antes
Octubre plantó sus huellas en un pájaro mecánico donde el metal ardía
Rafaat Alareer murió convencido de que una bomba es un regalo del cielo
Una bomba es más que niños pudriéndose
Una bomba suplanta los amarillos de las rosas
suplanta los trinos
las ruinas donde entierran a los poetas del otro lado del muro
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Por Ulices Trujillo
En el silencio del alma
la voz se torna imprecisa,
y es inquietante la lisa
tranquilidad de la calma.
La luz detrás de una palma
se esconde con cruel rutina,
y se apaga en la retina
la jornada como un año
donde el sueño es el regaño
que hacia la almohada te inclina.
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Por Raiza K. Olivera
Ya no es importante saber
Distinguir entre la mentira y la audaz verdad,
No es importante.
Incluso es mejor no saber
Andar de espaldas es más saludable
Con una ceguera permanente.
Digamos que a nadie le interesa conocer
Los secretos más curiosos del vecindario
Ni los despegues más frecuentes.
No hay dignidad en el análisis
Si los resultados siguen siendo los mismos.
Ya no es importante saber
Si la luna influye
Si el amor existe
Si el quiebre será pronto,
A quién le interesa saber.
No hay humano que se vuelva a contestar
Que se detenga un instante en articular la idea
O sí?
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Por Arieski Castillo
I
¿Dónde estás cuando esta playa
grita una fuga de huellas
sin tus manos? Epopeyas
rugen en mi cruel muralla
de recuerdos. Mira y calla
si en el rostro de los puentes
te visito. No lamentes
la ceniza, ni el encierro.
Vivo tu ayer, no lo entierro,
se abraza a mí, no lo cuentes.
II
El silencio de las aves
parte el mar como Moisés,
y este éxodo sin es-
pada no llega, lo sabes.
Sigo en la cruz, no me alabes,
no traigo fe, ni camino,
no soy monje, ni rabino,
soy el vals de las ojeras.
Sálvate tú, no me quieras,
con lástima no germino.
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Por Ulices Trujillo
Tengo un soneto de un día, ya olvidado
Y este par de condones aburridos,
Un polvo de nariz sin alaridos
La cuchara, el sopón desesperado.
La libertad del preso encarcelado,
Un maratón de dioses desvalidos,
La oscuridad que alumbra mis latidos,
Pasos largos de avance a ningún lado.
Blancas noches que muerden mi retina
Entre la paz de sueños que desvelan.
La voz oscura de un alma cristalina,
El alto vuelo de aves que no vuelan.
Un sol esconde luz en la neblina
Falsos silencios que la voz rebelan.
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Por Lucina Bravo
Amo la vida, las flores, la música: te amo a ti... Amo los atardeceres, la lluvia, las estrellas. Amo el campo y su naturaleza; amo a los niños y su inocencia; amo su música infantil y sus juegos. Amo la tierra, con polvo o lodo; amo los libros y lo que ellos encierran; amo el cielo lo mismo azul que encapotado, y te amo a ti. Amo las palabras que no se han dicho, y los diálogos a veces sin sentido. Amo las rutinas. Amo el mar y las gaviotas: amo las imprecisiones y todo lo relativo, y te amo a ti. Amo mi caminar, mis pasos danzantes; amo un bolero, un danzón, amo la guitarra y el acordeón; amo la música y amo el silencio: lo amo todo y... te amo a ti.
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La editorial cienfueguera Mecenas acaba de publicar un poemario singular, de esos —no muy abundantes— que llaman a disfrutar la calidad del verso en sus más exigentes ramificaciones. Se trata de Memorias de un gladiador,[1] de Pepe Sánchez (Cumanayagua, 1956). Compuesto por 32 sonetos (en efecto: sonetos) que en tres secciones (El tiempo y la utopía, Naves de Tarsis, El signo de los argonautas) reflexionan acerca de temas que son obsesiones del autor. Ese autor —no sujeto lírico, aunque coincidan y se entrecrucen en varias ocasiones— obsesionado por su capacidad de avizorar el futuro y descubrirse imposibilitado para hacer algo útil con sus revelaciones, salvo escribir con la mayor honestidad y la más lírica hondura. Honestidad al elegir el sentido de la vida y rigor literario como una norma insobornable del comportamiento. Numerosos apuntes dejan marca de ello a lo largo del cuaderno.
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