- Detalles
Burla burlando
Con precisión y entereza el señor Búnquez ha advertido que no podremos burlarnos siquiera de la burla. ¡La burla ha sido siempre un mal innecesario y es necesario erradicarlo! Tan enérgicamente enfatizó que aplaudimos con énfasis sumario y nos sumamos con euforia sumaria a la consigna: «¡Abajo la burla!»
Continuamos después con el axioma de campaña: «Burladores, ni los de Sevilla».
El entusiasmo nos llevó a crear las activas Brigadas de Acción contra la Burla (nuestras gloriosas BAB) y a refrendar un reglamento penal para toda persona que incurra en el desliz de burlarse del prójimo, e incluso del no-prójimo que como acérrimo enemigo nos ha estado acechando.
Como el señor Búnquez ha tomado el poder y su Partido, que es el nuestro, gobierna, han cesado las burlas y nadie se ha burlado de nadie nunca más, ni de la burla misma. La perfecta utopía se ha logrado y alcanzamos a ser, por fin y de una vez, los tristes más felices de todo el universo.
- Detalles
Cazador atrapado por perdices
noveles discreciones del intruso
criterios sobre expertos aprendices
proverbios en inglés de origen ruso
desilusiones propias de un iluso
la gota que no agota la paciencia
la cosa en su lugar que nadie puso
verdades de dudosa procedencia
y condenas a lluvia sin motivo
los velorios de un muerto medio vivo
con verdes de esperanza y tonos ocre
flautas para ratones violinistas
idealismo para materialistas
para el genio, una lámpara mediocre.
- Detalles
Por Mailin Valdés
La esposa del poeta marca
la primera fila.
Lugar doloroso desde donde
observa cada parto de luz.
Entiende además de las
mutilaciones del feto
y sabe de qué están hechos.
La esposa del poeta sabe
atravesar realidades
y saborear las tristezas.
Su aroma dulce y su sabor amargo.
Lleva todo el peso de la escritura.
Maneras sutiles de morir y de parir hijos
imperfectos.
Sabe cómo suicidarlos antes del nacimiento
y salvarlos cuando son necesarios.
Nacidos de esternón.
Hijos en los que no dejará
de ver su rostro
aunque cierre los ojos
y los puños,
los puños.
- Detalles
Por José Martí
El alma trémula y sola
Padece al anochecer:
Hay baile; vamos a ver
La bailarina española
Han hecho bien en quitar
El banderín de la acera;
Porque si está la bandera,
No sé, yo no puedo entrar.
Ya llega la bailarina:
Soberbia y pálida llega:
¿Cómo dicen que es gallega?
Pues dicen mal: es divina.
Lleva un sombrero torero
Y una capa carmesí:
¡Lo mismo que un alelí
Que se pusiese un sombrero!
- Detalles
La ciudad se ha puesto vieja:
lleva desgarrado el traje,
le ha corrido el maquillaje
y se despintó una ceja.
Tiene colgada una reja,
con óxido en el costado;
un bache se le ha borrado
en un profundo agujero
y no encuentra un cerrajero,
que le arregle su candado.
La ciudad, cómo bosteza,
cuando apenas dan las diez;
se le han hinchado los pies
y come de su pereza.
La digiera con tristeza
por ser bocado aburrido;
- Detalles
Por Madeline Pedroza
Me inquieta lo que pienso de este mundo;
para mal todo lo han manipulado;
mi destino ya está direccionado
y me duerme una nana muy profundo.
No sé lo que no existe y lo que existe,
aunque el Hombre a la fe siempre se aferra
pero ¿tendremos los pies sobre la Tierra
cuando la Mentira de Verdad se viste?
¡Cuánta incertidumbre y desaciertos!
Se escuchan palabras melodiosas,
percepciones de armonías muy dudosas;
¡deben estar mis ojos tan abiertos!
porque las sombras acechan sigilosas
con ardides, con trampas desidiosas
que teorías se cocinan en probetas
y es mi cuerpo hospedero de ese ensayo,
tan temible como el trueno de un rayo,
el veneno que tienen las tabletas
y el pesar que me causa si me callo
al no quitarle al monstruo sus caretas:
- Detalles
Por Diane Lyx
Soy un cuerpo líquido,
gotas pegadas a otras gotas,
millones halando hacia todas partes.
Desmembrándome.
Se licuan. Me mojan. Hierven.
Van a disolverme así, sin más,
como si yo sólo fuera un cuerpo líquido.
Abren sus bocas.
Jadean, respiran.
Pegajosas.
Intentan regresar a la superficie.
Inhalan. Exhalan.
Mis pasos asmáticos van dejando un reguero
de efes y jotas mojadas sobre el pavimento.
Un aguacero de rayos torrenciales.
Huellas, mis huellas.
- Detalles
Por Jorge L. Veleta
Cualquiera de estas noches voy a tener que olvidarte, Betsaida.
No se trata de ti, de mí o de la intemperie,
se trata de estos ojos que cuelgan de tus ojos.
Se trata de esta edad, sesenta años,
donde cumplo más noches que la luna.
Voy a olvidarte, Betsaida.
Y ahora mismo daría lo que no tengo por ser el caminito,
la casa o el tifón que te sostienen
para olvidarte contra todo pronóstico,
bocarriba como un espantapájaros que se tragó la noche.
Voy a olvidarte, Betsaida, lo prometo,
voy a olvidarte veinticuatro horas, minuto por minuto
y cuando no te olvide sentiré tanta rabia que tendré que olvidarte.
Voy a olvidarte de pie como los hombres,
ceñudo como el mar,
llorando como un perro,
feroz de soledad y exactamente triste.
- Detalles
Por Lucina Bravo
Yo, conmigo,
y no frente a un espejo
mirándome la vida,
tratando de encontrar algún sentido.
Yo, conmigo,
que a veces amo, y otras olvido.
Yo, conmigo,
andando por las calles,
a veces despacio, otras en desatino.
Yo, conmigo,
a veces hablo bajo,
y otras grito.
Yo, conmigo,
en busca de sueños
que nunca he vivido,
tratando de entenderlo
y no lo consigo.
Unas veces oscuridad,
otras todo lo ilumino.
- Detalles
Me quedé meditando
en aquellas mujeres
que también somos cámaras fotográficas
y en aquellos hombres
y en la quinta mutilación de lecturas
y en mi fotógrafo
y en la máquina de escribir
que me obsequió un amigo
de Guanabacoa.
Desperté con el libro de Fina
que ella me regaló.
Ella es, por supuesto, la poesía:
una patria
un latido
un grano que explota fuerte en mi cara
y que nunca
más
amaré.
Página 7 de 43