Por Lucio Pérez
Un hombre se muestra
 tras el iris de una sonrisa,
 queda suspendido en un instante,
 mientras corceles a galope
 viajan por la sangre
 que corre como ríos
 sacudiendo el nimbo
 de los años.
 Se le escapó una mirada
 sin ceremonias
 y el regalo se hunde en la piel
 donde fluyen los colágenos
 dormidos por el tiempo.
 Quién va a detener el Sol
 cuando ya crecen espigas
 que se clavan en su cuerpo.
 Quién va a detener el Sol
 cuando solo una sonrisa
 ha roto el silencio de los muertos
 en prolongados aleluyas a la vida.
 
											 
   
  
 
						













