Por Ana L. López 
 
 
 Desde los tres años
mi padre me enseñó a llorar
 sin tener culpa
 a los diez me hizo jugar una prima
 sin juguetes
 a los dieciséis la vida me mostró
 que debía vaciar mis silencios
 en una libreta de apuntes
 al cumplir veinte supe comparar
el amor de un hombre y una mujer
 sin querer a ninguno
 a los treinta compartí mis silencios
 no jugué con ella
 ni con él
 igual me culparon
 a los treinta y cinco dejé de llorar.
 Una niña que se orina sintiendo golpes a los tres
 y es marioneta a los diez
 se convierte en una mujer que no perdona
 en un dulce monstruo que cría versos.
La libreta de apuntes
 son instrucciones
 para matar o morir
 depende si el verso ha podido crecer
 si sabes interpretar los silencios
 si ves más allá de mi jodida coraza. 
Me acecha la luz
Me acecha la luz
 como si le hubiera robado un trozo
 como si esta bonita locura
 de ser ángel y perversa
 me diera siempre el pálpito
 de que el mañana es mío
 solo mío. 
Tomados de la redes (N. del E.).
 
											 
   
  
 
						













