Por Eduardo D. González

 

Amo a una mujer pequeña
con labios de miedos
con voz azul;
una mujer plausible
que cosquillea en mi cuaderno.

Ella entrelaza mis horas
conmueve
con las vestiduras de su risa
mientras cabalga
en la rectitud de un sueño.

Amo a una mujer pequeña
como flor insomne        
diminuta...
Inequívocamente cabe
en la vanidad
de mi beso.

De Sed de viernes