Por Alejandro Muñoz Aguilera 

 

            De una tarde cuando llueve

                      Luis Gómez


De una tarde cuando llueve
—me dijo Dios— atesora
cada lágrima, incorpora
todo el índigo al relieve
de tu iris.
                 Veintinueve
de abril: crepúsculo, (un dardo
fue su mirada)
                           Yo guardo
—le digo a Dios— como lluvia,
su aroma, que aún diluvia
sobre mi cuerpo gallardo.


¿Qué hago, Dios, con este opúsculo
inservible?
                    ¿Dónde está?
¿En abril?
                  Me duelen, ¡ah!
tantos meses, cada músculo...
Retorno siempre al crepúsculo
(a ese suministro breve
de nostalgia), busco el leve
murmullo de su gemido
tan análogo al rugido
de una tarde cuando llueve.

Con dicha composición poética, este autor de Camagüey obtuvo el Primer Premio en el Concurso Nacional de Glosas en Décima Espinela “Luis Gómez” 2024. Cumanayagua, Cienfuegos, Cuba. (N. del E.).