Por Olivia de la Caridad Casanova

 

Vierto, desalojo el vaso de:
una gota carcomida
las noches con ofensivas de incertidumbres y espantos
ganas en sus desenfados imposibles
las madejas
crepúsculos que celebran donde juicios se encapuchan
necrópolis de preguntas y cancerosas respuestas
lanzo ardides
confesiones al homicida… ¡cobarde!
Pompeya —por el desastre—
cordel sin el papalote
arañas que me descosen los pavimentos remotos
sillón en post de abandonos (meciéndose)
furibundos extractores de peculios lloviznándome los ojos
destierro —para erigirme— un talud en el naciente
simulaciones

la fiebre
anticlímax
cicatrices
desgarraduras en tíckets acribillando latidos
vapor de amnesias, y ripios de soles por amalgamas.
Reacomodo la garganta;
prefiero el cáliz vacío.



Un hombre


           deshonra al puente
con aúllo clandestino;
en un ojo el enemigo,
otro en rufián se convierte.
Una plaga lo desciende,
lo carboniza y refunda
del consenso a la disputa,
el cacumen a la pierna,
vendavales donde enferma
al fósil que lo involucra.

Embaraza podredumbre
con esperma de su ayuno.
Acopia bilis, profundo
olor a hielo y derrumbe.
Decodifica la mugre
en pórticos de penuria.
Juega de Sodoma-comuna
anárquica por insomnios,
satíricos desadornos
emocionales, astucia—.

Concierta, bruñe neblinas
para subastas, abismos;
desposa errores, colmillos
de puñales en vigilia.
Seduce hinojos. Estiba
caricatura, una queja
por el desnudo, piruetas
de un dardo salvaje y yerto.
Agravia al puente. Ni el eco
del vacío lo tutela.


Irreverencia


Elijo zozobrar en los portales
y entumecer escombros de sus puertas,
zurcirle trayectoria a las aceras
con fibras de mi cuerpo itinerante.


Elijo remover, lucir coraje
donde los entre muslos se adormecen.

Escojo un verosímil de noviembre
porque este sagitario se me apura;
y náufraga en aldeas de la duda
elijo reelegirme… irreverente.


Gabán de sombra

  A la sombra de mi sombra

          Manolo Chinato

A la sombra de mi sombra confié rezos
por oficio maternal, una guitarra,
el poder de absolución y la balanza
donde acuno profecías, desentierros.
Dejo afuera —sin amparo— catalejos
de relumbres invidentes, malabares,
el barniz de inequidad, los huracanes
proclamados con licencia a domicilio.
No dispongo de enramadas ni sentidos
para urdir lejos del sol mis arenales.

En abrazos de la umbría esta lluvia
es cardumen de mujer. ¡Hónrale el precio
al antojo por creyones! ¿Qué malevo
priva el néctar del bolsillo? ¿Cuál argucia
suele asirme al esternón que me conjura
a la sombra de mi sombra? Doy certeza
del matiz a medias luces, las monedas
sumergidas en guijarros, papalotes
de penumbra —a puro viento—. Soy galope
y el dintel en el ocaso de un poema.

La coraza de misombra tiene al susto
increpado en artificios que proscribe;
no se eclipsa con la luz, y no predice
orfandades taciturnas. El yo —bruno—
teje mamas de parir lo claroscuro
y el fulgor umbroso y cauto que palpito.
Es ardid crepuscular donde elucido
—por querencia de adhesión o apostasía—
este verso de curarme las mordidas.
A la sombra de mi sombra lo confino.


Con este decimario la autor obtuvo Segundo lugar del Concurso Nacional Ala Décima, 2024, Alamar, La Habana, Cuba; esta vez titulado Premio Especial Aniversario 130 del nacimiento de Manuel Navarro Luna. (N. del E.).

 

JURADO:

Juan Carlos García Guridi
Modesto Caballero Ramos
Luisa Oneida Landín Ramos