Por Ana Lisandra López

 

y me deje en un movimiento ordinario en la esquina de la cama
soltando palabras sin coherencia
con el cántico del ruiseñor
ahora que tengo un falo inexistente y entra mordaz
por su cueva de ángel.
Mientras la atravieso
me aferro a su boca
dice algo que no entiendo
o no quiero entender
ella tiene la culpa
por enseñarme que la crueldad tiene su lado rosa
sabor a manzana verde
olor a selva mojada.
Puede ser que un día me ataquen las dos
ella más que la culpa
un ángel puede perder sus alas
volverse perverso.
La culpa dejará de ser
cuando esté en la esquina de mi cama

con ese movimiento ordinario
fuera de este mundo
escuchando nuevamente el ruiseñor
diciendo palabras que quizás sean
las mismas que no quise escuchar antes.