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Por Olga L. Martínez
Se desangra mi noche. Gotea con paso intermitente. Entre el calor de la cocina y el quedarse quieto como un farol del parque, los silencios se vuelven cada vez más víboras.
Leo los estados, y me llevan a pensar que no hay dedos para escribir verdades. El carretón del vecino hoy no cargó el pan, estaba negro y el carretillero, el de siempre, el de las cosas "buenas y baratas" no pasó con las viandas por el frente de la casa, hoy por segunda vez. Está aislado, dicen. Aunque alguien lo vio por la otra esquina.
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Por Ivett Orozco
Me queda mi imagen,
la transparencia en el espejo,
un aliento feroz quejándose
en las profundidades.
Ella pega su sexo al mío indicando
a dónde ir si me desangro.
Soy un gemido,
ella es el eco.
Siento que estallo.
Recuerdo y nada existe.
Ambas buscamos palabras,
una posibilidad para estar más cerca.
Muerdo el lado oculto
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Por Nelson Machín
El majá siempre quiso matar cocuyos porque no soportaba su luz propia ni su vuelo tan alto. Lleno de odio veía sus luces volando en las noches. En un amanecer, decidió camuflase aprovechando su indeterminado color en el tronco del arbusto que da unas flores con aspecto de campanas. A una flor entró una mariposa que de repente se vio acorralada frente a la lengua viperina del reptil.
—¿Por qué me vas a comer? —preguntó la mariposa desde el fondo de la campana.
—No te voy a comer. Solo te voy a quitar las alas porque mientras hay luz del sol, vuelas de flor en flor y me fascinan tus colores.
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La luz débil de la habitación creaba un ambiente enigmático. Sus ojos se entreabrían ante la oportunidad de realizar su deseo. Sus expresiones faciales hacían relucir sus ansias de algo con adrenalina.
Se toparon sus ojos y ambos comprendieron sus miradas. Los deseos sacaban chispas con el roce de sus cuerpos, y la lujuria cada vez se hacía más intensa.
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Por Roberto Santamaría-Betancourt
Se ha extendido una manía
entre parlantes ladinos
de acuñarle el femenino
a quien nunca lo tendría,
si no tiene “dío” el día,
y el trigo no tiene “triga”,
ni existen las “gobernantas”,
tampoco las “estudiantes”,
ni “hormigo” entre las hormigas.
Aunque lo intenten, comprar
con millones y “millonas”
un trono no tiene “trona”
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…es más difícil que manejar la palabra.
Georges Clemenceau
—No comprendo, eres una buena madre, él te trata mal y tú lo aguantas. Yo le habría rajado la cabeza hace tiempo —dijo el vecino, preocupado, a la impaciente mujer.
—No se adapta a la ausencia del padre, al divorcio nuestro. Pensé que los divorcios afectaban a niños y adolescentes. Sabes que casi siempre él es muy amable y simpático, pero no sabe controlar sus emociones.
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Por Jorge L. Lanza
He tenido el extraordinario privilegio de participar en la premier del documental Cubanos en Harvard, dirigido por el periodista de la televisión cubana Dany González Lucena, producido por el Programa de Estudios sobre Cuba del Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard,
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Preciso tiempo, necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
qué hacer con él…
Mario Benedetti
Por Olga L. Robaina
El tiempo me roba tu tiempo.
Mataría al tiempo con mi espada.
Lo ahogaría.
Lo rompería en mil pedazos.
Quiero encontrar su guarida.
Camino y te busco en un tiempo paralelo. Quisiera poder volar y tener alas que me lleven hasta ti para besarte y para que no pienses más en que te olvido.
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A la UCLV
Me he perdido, sin quererlo,
Por los injustos senderos del alma:
Cierro los ojos sin sueño
Y te cuelas en mí.
¿Cómo haces para la originalidad
Con que abarcas el tiempo?
Con sed de aprender
Busco tus respuestas,
Que se quedan en el aire
Sin romper el silencio.
Sonríes por ti
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Escuchaba esas historias que ya se sabía de memoria: sus ojos se perdían en los puntos de su ropa y era lejana la voz de quien le hablaba.
Pensaba en él; y por mucho que llorara se sentía bien: hacía un viaje en sus recuerdos y de repente escuchaba risas y se veía como aquella niña ingenua que no había comenzado a vivir. Añoraba aquellos momentos…, pero veía esa mano extendida y solo podía pensar en tomarla y dejarse llevar, olvidando todo lo que quedaba atrás, sin importar nada. Aquella mano la ayudaría a llegar a la cima.
El aire hizo danzar su cabello, y la picardía de sus ojos otra vez se convirtió en nostalgia.
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