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Por Iruan L. Cordero
Música de esperanza en Si bemol,
y las piernas de la continuidad, por la casa,
afuera una ciudad que desconozco,
adentro, una ventana que da a un patio
donde el sol se entretiene
en repartir sus trapos amarillos.
En lo alto de una repisa
una vela encendida debajo de una estampilla,
el humo del tabaco
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Por Mailin García
Surqué un mar de soledades
en un barco de lujuria,
mas no conté con la furia
de las grandes tempestades.
Olas de dificultades
anunciaban la derrota.
Y en esa ciudad remota
donde mi esencia fue rea,
cuando bajó la marea
ya mi alma estaba rota.
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Por: Alberto Vega Falcón
Florencio Guadarrama Delgado había nacido y se había criado en lo más intricado de las elevaciones del macizo montañoso del Guamuhaya cienfueguero, conocido también como Escambray. Le habían cambiado, no se sabe quién, su nombre de pila y le adosaron el de Lencho Manigua, al parecer porque no salía de su conuco, donde adquirió fama de pamplinoso y pintoresco personaje que le puso sobrenombres o apodos
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Por Osvaldo S. Reina Rodríguez
—He tenido un sueño malísimo —dijo Julia abriendo los ojos.
—No me digas. ¿Qué soñaste?
Julia quedó pensativa y extrañada, mirando detenidamente al hombre que tenía delante. Era primera vez que lo veía.
—Por supuesto. Soñé que había muerto —respondió mientras se ponía de pie—. ¿Quién eres?
—Ahora lo sabrás, pero lo que tuviste no fue un sueño —respondió el hombre mientras era envuelto por una llama deslumbradora.
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Por Alejo Carpentier
Y caminaba, semejante a la noche.
ILIADA. –Canto I
I
El mar empezaba a verdecer entre los promontorios todavía en sombras, cuando la caracola del vigía anunció las cincuenta naves negras que nos enviaba el Rey Agamenón. Al oír la señal, los que esperaban desde hacía tantos días
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Por Katia Chávez
La abuela lucía un nombre como ella misma, la llamaban Caridad. Significa compartir, así decía, con los que no tienen nada, pensar en aquellos, los otros. Todos esperaban algo con sus palabras, un consejo, experiencia o quizás la ternura en el discurso. Ese dejo pausado que te permite confiar. Hacía nacer, con el hablar, una esperanza.
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Por Joel Garnier
…is a warm gun, mama.
John Lennon
Vivir será la manzana
sin cabeza, sin tu boca,
recordarte en cada roca
que la demencia desgrana.
Vivir cuando el cuerpo emana
de la tierra, vasta ofrenda,
será encontrar la leyenda
de “Happines —canción sabia—
“is a warm gun”, y es mi rabia
quien la busca en otra senda.
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Por María Salomé Pérez Conde
Se despertó asustada e incómoda, intentó abrir los ojos; pero solo sentía a su alrededor un ambiente tibio, húmedo, de agradable olor.
Comenzó a acomodarse y a aceptar su nueva condición. Poco a poco fue reconociendo a su alrededor otras compañías que le agradaron; trató de moverse, de hacerse sentir, pero sus esfuerzos fueron en vano; después de un rato de duro batallar sin resultados, comenzó a pensar en liberarse… el cansancio y el letargo la adormecieron.
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Por Irasema Cruz
Nunca he sabido para qué sirve la escritura y soy un inocente que dormita en los vitrales. No me importan las canciones ni los muertos que flotan en mi pecera.
Compro el periódico, almuerzo en una esquina, chiflo... Me masturbo con la misma soga del demente.
A mi madre no le gusta el silencio de la palabra, prefiere el gélido sonido del ángel que levita.
No sé escribir, mi alma no sabe otra cosa que estar viva y le es suficiente. A los juglares se les quema el contrato de la buenaventura y en los desiertos se juzgan niños infestados, prostitutas que se lanzan a desnudar mundos, drogadictos que cantan la homilía del hambre; se alquilan Mercedes último modelo, noches y puñaladas que ponen fin a la Historia.
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Por Jorge L. Lanza
“Dante no estuvo en presidio. Si hubiera sentido desplomarse sobre su cerebro las bóvedas oscuras de aquel tormento de la vida, hubiera desistido de pintar su infierno”.
José Martí, El presidio político en Cuba
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