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En la imaginación del cereal
la hoz no se reduce a una herramienta.
Media luna que canta en el centeno
su amor diseminado en cada corte,
la violencia más dulce del verano.
Metal de la alianza, la apetencia
en que la espiga entrega su esplendor,
circulación y flujo de lo vivo
que se resiste a ser identidad
y busca diluirse entre la harina.
Melaza en que se aprietan hierro y cobre,
aleación y prodigio de no ser
lo que se era al principio. Convincente
cesión hacia lo dúctil que transforma
el rígido enunciado del objeto
en savia derramada como aire,
como metal en punto de fusión
que corre enrojeciendo las dos manos.
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          A John Lennon in memoriam
Yo quise imaginarme
 Como tú en tu canción,
 Un mundo sin fronteras,
 Sin patrias, ni banderas,
 Un pueblo sin nación.
 Yo quise imaginarme
 La Gran Revolución
 Que derribara el muro
 Que levantó el más puro
 Derecho de admisión.
 Pero ya lo ves,
 Mi querido John....
Yo quise imaginarme,
 Como tú en tu canción,
 Que aún queda la inocencia
 De creer en la existencia
 De un Dios sin religión.
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Tengo un solo enemigo. Nunca sabré de qué manera pudo entrar en mi casa, la noche del 14 de abril de 1977. Fueron dos las puertas que abrió: la pesada puerta de calle y la de mi breve departamento. Prendió la luz y me despertó de una pesadilla que no recuerdo, pero en la que había un jardín. Sin alzar la voz me ordenó que me levantara y vistiera inmediatamente. Se había decidido mi muerte y el sitio destinado a la ejecución quedaba un poco lejos. Mudo de asombro, obedecí. Era menos alto que yo pero más robusto y el odio le había dado su fuerza. Al cabo de los años no había cambiado; sólo unas pocas hebras de plata en el pelo oscuro. Lo animaba una suerte de negra felicidad. Siempre me había detestado y ahora iba a matarme. El gato Beppo nos mirabas desde su eternidad, pero nada hizo para salvarme. Tampoco el tigre de cerámica azul que hay en mi dormitorio, ni los hechiceros y genios de los volúmenes de Las mil y una noches. Quise que algo me acompañara. Le pedí que me dejara llevar un libro. Elegir una Biblia hubiera sido demasiado evidente. De los doce tomos de Emerson mi mano sacó uno, al azar. Para no hacer ruido bajamos por la escalera. Conté cada peldaño. Noté que se cuidaba de tocarme, como si el contacto pudiera contaminarlo.
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Por Naizomi Getav
Mirarle a él,
 observarle;
 algunas arrugas
 adornan el terso de su rostro,
 nos hacemos grandes
 en las manos dibujantes del tiempo.
 Mirarle a él,
 acicalar su cabeza;
 alguna cana se asoma
 entre los azabaches rizos de su pelo;
 se asoma plata, erguida, orgullosa...
 Tras ella, vienen tantas.
 ¡Tiempo pintor!
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Por María Herrera
En el orden se mezcla
 el remolino de colores,
 personas
 y esperanzas;
 el poder no podrá jamás
 si la insignia es un alma sin doctrina.
 Los rumores del idealismo del orden
 provocan caos inmorales lastimosos,
 dañinos vuelos de la señora engreída.
 Tengo tanta soledad que,
 estoy aturdida de compañía.
 Deshojaré los sedientos
 pétalos oscuros
 del sacrificio
 del alma aplastada,
 en el idealismo involuntario.
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By John Lennon
My role in society, or any artist's or poet's role, is to try and express what we all feel. Not to tell people how to feel. Not as a preacher, not as a leader, but as a reflection of us all.
Mi papel en la sociedad
Por John Lennon
Mi papel en la sociedad, o el de cualquier artista o poeta, es intentar expresar lo que todos sentimos. No decirle a la gente cómo sentirse. No como predicador, no como líder, sino como un reflejo de todos nosotros.
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Y que yo me la llevé al río
 creyendo que era mozuela,
 pero tenía marido.
 Fue la noche de Santiago
 y casi por compromiso.
 Se apagaron los faroles
 y se encendieron los grillos.
 En las últimas esquinas
 toqué sus pechos dormidos,
 y se me abrieron de pronto
 como ramos de jacintos.
 El almidón de su enagua
 me sonaba en el oído,
 como una pieza de seda
 rasgada por diez cuchillos.
 Sin luz de plata en sus copas
 los árboles han crecido,
 y un horizonte de perros
 ladra muy lejos del río.
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Soy una muñeca con hilos de seda
 buscando un sendero
 escapando de heridas que quiero sanar
 fingiendo una sonrisa cuando debajo de ella habita una lágrima
 
 Soy una muñeca de trapo con ojos de botón
 títere de algún circo sin función
 jugando al azar de mi destino
 entre caminos de gitana y de almidón
 de sueños y por venir
 
 Soy la muñeca que quieres tener
 quizá para jugar
 y si te aburres otra vez rota estaré
 cociendo cada parte que maltrataste en mi ser
 esa soy una muñeca mortal
 
 
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Por Alfonsina Storni
Se me va de los dedos la caricia sin causa,
 se me va de los dedos… En el viento, al pasar,
 la caricia que vaga sin destino ni objeto,
 la caricia perdida ¿quién la recogerá?
 
 Pude amar esta noche con piedad infinita,
 pude amar al primero que acertara a llegar.
 Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
 La caricia perdida, rodará… rodará…
 
 Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
 si estremece las ramas un dulce suspirar,
 si te oprime los dedos una mano pequeña
 que te toma y te deja, que te logra y se va.
 
 Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
 si es el aire quien teje la ilusión de besar,
 oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
 en el viento fundida, ¿me reconocerás?
 
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El aforismo es un género complejo, algo cejijunto, explosivo y fascinante que, por suerte, para todos los de buen corazón, está de vuelta una vez más. El aforista, un simple sujeto que pretende entender, no alcanzaría a ser más que un soñador, incluso letrado, o un funámbulo de arrabal que suele desearlo casi todo con un ahínco literario estupendo. Abre el juego de este muy interesante breviario, entonces, Revagliatti con su: “Sabrás de la garrapata de mis versos / o si no / no sabrás nada”.
     Este pensamiento lacónico que acierta se torna insoslayable, la piedra de obsidiana en el zapato equivocado, todos recordamos lo que ya advertía hace un tiempito Décimo Junio Juvenal sobre el talante humano: “Nadie se hace malvado de repente”; o estotro del mejor Goethe: “Aprovecha tu buen estado de ánimo, se presenta muy raramente”. Rolando tercia, aquí, con una imbricada sutileza y unas enigmáticas correas: “El masoquismo hace estragos / en un sinnúmero de sádicos”.
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