Por Roberto N. Sánchez

Quiero que vuele mi canto.
Quiero que vuele mi voz.
Voy a cantarle a mi tierra
Con el ritmo de mi son.
Aunque no toco maracas,
Ni guitarra ni bongó,
En esta tierra antillana
Se escuchará mi canción.

Canto de amor y dulzura,
Hoy que tenemos un sol
Bañado en miel de futuro
Como Martí lo soñó.

 

 

 

Por Carlo Fabetti

…un enano llamado Ulrico que corría el mundo en busca de aventuras.

Pero la s aventuras que el interesaban a Ulrico no eran las propias de los caballeros andantes, o de los buscadores de tesoros, o de los aventureros comunes y corrientes. Aquel enano de revuelto cabello rojo e hirsuta barba no le interesaban riquezas, ni las batallas, ni los torneos. Las aventuras que él buscaba eran de la mente: quería aprender cosas nuevas, conocer a hombres y mujeres de otros países, descubrir la sabiduría atesorada en los libros, escuchar las historias que las viejas contaban al amor de la lumbre…

Y así, anda que te andarás, Ulrico llegó un buen día a un país cuyo rey amaba el oro más que ninguna otra cosa, y que tenía una hija que nunca reía…

Este cuento está tomado del libro La magia más poderosa y otras aventuras de Ulrico. Editorial Gente Nueva, La Habana, 2011. (N. del E.)

Por Maleah Jassen Padrón

               ¿La luna es esa?
                       
Nersy Felipe

Tras los pasos de la luna,
con tanto orbe en acecho,
mi bolsillo sin fortuna
queda en un sueño maltrecho.

Osada correcaminos,
cuánto la espero… demora:
largo silencio de trinos
dejan distante la aurora.

Madre que sin prisa llega
y me acuna en su regazo:
con la fantasía juega
transportándome su abrazo.

Por Pedro Hurruitinuer Díaz

(Fragmento)

Martes, 9:45 p.m.

Es el caso más difícil que le han asignado al detective Michel Backet en su carrera. Una mujer ha sido encontrada muerta en su apartamento, rodeada de varias amenazas escritas en las cortinas. Vaya lienzo nos ha dejado el artista, piensa Backet, observando la habitación en silencio.

Silencio que termina con el ruido de una puera  al cerrarse, violentamente, indicándole que el asesino todavía estaba allí. Backet, junto a su asistente George Smith salen al pasillo donde alguien corre a unos metros de distancia. Comienzan a perseguirlo.

Por Ana T. Guillemí

Si no quieres, no me creas,
Pero anteayer conocí
A Timón, el zuricata,
Junto a Pumba, el jabalí.
Nos tiramos muchas fotos
-y al regreso las perdí-.
Ahora, lo que nos carteamos:
Yo, Timón y el jabalí.

De Un libro entretenido. Ed. Mecenas, 2018. (N. del E.)

Por José Martí

De puntillas, de puntillas, para no despertar a Piedad, entran en el cuarto de dormir el padre y la madre. Vienen riéndose, como dos muchachones. Vienen de la mano, como dos muchachos. El padre viene detrás, como si fuera a tropezar con todo. La madre no tropieza; porque conoce el camino. ¡Trabaja mucho el padre, para comprar todo lo de la casa, y no puede ver a su hija cuando quiere! A veces, allá en el trabajo, se ríe solo, o se pone de repente como triste, o se le ve en la cara como una luz: y es que está pensando en su hija: se le cae la pluma de la mano cuando piensa así, pero enseguida empieza a escribir, y escribe tan de prisa, tan de prisa, que es como si la pluma fuera volando.

Por Mariam Aguilar

Había una vez una carrera de perros, y un perrito cojo le dijo al que estaba a cargo de la competencia que quería participar, y este le respondió:

—¿Cómo crees tú que puedas participar?

Entonces el perrito, en vez de ponerse triste, sin ser visto, se fue un poco hacia atrás de los que estaban en la línea de arrancada. Cuando fueron a premiar a los ganadores, cuál no sería la sorpresa de todos al ver que el ganador del primer lugar era el perrito cojo.

Por Neil Gaiman

Una fabula, escrita para una publicación en beneficio de la Gente por el Trato Ético de los Animales (GTEA). Creo que dice lo que pretendo. Es la única cosa que he escrito en mi vida que me ha inquietado. El año pasado bajé al primer piso y me encontré a mi hijo escuchando “Aviso: contiene lenguaje”, mi CD de palabras habladas. “Pasteles de bebe” empezó cuando yo llegaba y me sorprendí al oír una voz que apenas reconocía como la mía y que leía esto en voz alta. A propósito, llevo una chaqueta de cuero y como carne, pero tengo buena mano con los bebes.

Hace unos años todos los animales se fueron.

Nos despertamos una mañana y ya no estaban allí. Ni siquiera nos dejaron una nota o nos dijeron adiós. Nunca acabamos de entender adónde se habían ido.

Por María L. Pérez


—Jigüe, ¿cómo es eso de que te gustan las naranjas y los dulces?

—Sí, sí, Jigüe —interrumpió Sonia—. ¿Por qué no nos dices de cuando te comiste las naranjas del tío y las trampas de cake que hizo la abuela?

El tío Onelio siempre asestaba contando de los ladrones. Los ladrones se habían llevado tantas cosas: el techo del corral de los lagartos, el piso de colores que cubría todo el fondo del pozo, el árbol de maní azucarado y hasta las flores que nacieron en las tejas del patio.

Por Antonio Velázquez

Cuando la noche se cansa
de enseñar la oscuridad,
un rayo de claridad
se asoma por la esperanza.
Canta el ave, el campo danza,
el río parece un verso
y el sol en su brillo inmerso
parece, cuando más brilla,
una moneda amarilla
en medio del universo.

De El silencio mira (N. del E.).