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1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba? 2.-: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
Roberto D. Malatesta: Mi primer acto de creación o de iniciación, lo he escrito en un poema de La estrella roja y otros poemas. La tormenta era inminente, yo era un chico de seis o siete años, pero tenía miles de años de antigüedad, ya comenzaba a soplar el viento y se sentía ese olor a Dios que la lluvia, entre otros elementos, trae. La calle era un río de tierra, era el barrio de mi abuela, en el mío también eran de tierra las calles, yo sentí ese llamado, el viento, la tormenta, la pronta llegada de la lluvia que pone al cielo a nivel de las manos y el rostro. Algo se disparó en mí, y me lancé a la calle a revolcarme, daba vueltas y vueltas en el polvo, no sé qué era aquella danza, fundirme con los elementos, ser uno en la creación, comulgar. Si hoy no lo entiendo completamente, menos en aquella oportunidad.
Me fue mal, una vecina me vio y le contó a mi mamá, sin protestas la dejé aplicar su correctivo, ¿qué argumentar en mi defensa?
3.- RR: “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?
RDM: La inspiración, no, no se ve, fluye, abre la puerta, invita a la fuga. Volvemos, si te quedás de ese lado enloquecerías totalmente. De chico, uno casi que vivía inspirado, pero te enseñan a rechazar la invitación. Existe.
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Por José Martínez Ruiz (Azorín)
De nada te han servido tus defensas,
ni tus estambres, reclamando vida,
ni las fragancias que en el alma escondes:
el jardinero te troquela en ramo...
...para morir estática,
sabiendo la tortura en que agonizas.
No será el viento quien te arranque el pétalo
hasta quedar desnuda,
ni la abeja libando de tu jugo
podrá polinizarte...
Los ojos que te miran
de sobra sabes que ya no te ven,
final aborrecible siendo aún bella.
En soledad mortal de cementerio
hoy te han dejado,
solo para adornar una mortaja...
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Por Miguel Ramos
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas, pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.
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Por Ixchel Arezcan
Brindo por ti y lo que hoy no somos
por lo que fue y lo que nunca seremos
por esas veces en que te pienso y no te pienso
por esos días en que te sueño hasta despierto
y esas noches en que sin ti aún sobrevivo
brindo bebiendo tu recuerdo
en copas impregnadas de tristeza.
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Por Naizomi Getav
No recuerda el viento el ayer,
amanecer, memoria nueva, ¡blanca!
blanco sepulcro... blanco arcano,
blanco íntegro, ¡blanco, blanco!
No recuerda el viento el ayer,
¡silente! le veo jugar... ¡inocente!
¿eres tú el viento? ¡lo eres!
te veo jugar, ¡inocente!
Me miras, te miro...
“¡Enrédate en mis cabellos!”, te pido.
“¡Hazte nudo entre mis faldas!”, te ruego,
y ven mañana...
De cualquier manera...
ven mañana, ven con tu memoria blanca,
tan blanca, sin recuerdos.
No recuerda el viento el ayer...
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Por Naizomi Getav
Vino un ángel
puso un beso sobre mi nariz...
“mantén tu paz,
tuya es la serenidad,
rocas arpías
lanza el espíritu cobarde,
hacer otra cosa no sabe”.
¿Fue un sueño?
¡yo lo vi,
su voz oí,
y aquel beso
en la nariz sentí!
¡Qué bien huele la tranquilidad,
paz recién horneada...
tan dulce miel y mermelada!
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Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor, y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: «¿Por qué irse tan pronto, si se está tan bien aquí?» Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la situación, pues el marido —lo sabe porque los ha espiado— no regresa de su viaje de negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.
A Ana, preocupada por Pauli, mientras prepara la cena se le ocurre algo para sacar al tipo de su casa. Pero no puede hacer gran cosa porque Hugo cortó los cables del teléfono, la casa está muy alejada, es de noche y nadie va a llegar. Ana decide poner una pastilla para dormir en la copa de Hugo. Durante la cena, el ladrón, que entre semana es velador de un banco, descubre que Ana es la conductora de su programa favorito de radio, el programa de música popular que oye todas las noches, sin falta. Hugo es su gran admirador y. mientras escuchan al gran Benny cantando Cómo fue en un casete, hablan sobre música y músicos.
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Por Tati Bustamante
Lo que somos es lo infinito de un pensamiento que florece a través de variantes y matices, lo que nunca seremos es un espejismo que oculta nuestro lado más siniestro... Lo que somos es la inmensidad de un MULTIVERSO que busca respuestas, lo que nunca seremos es tener la valentía para buscar tantos caminos inhóspitos... Lo que somos es un montón de frases inconclusas, lo que nunca seremos es tener la habilidad de encajar nuestros fragmentos rotos... Lo que somos es lo enigmático de una pasión que calla mares húmedos, lo que calla nuestro cuerpo es la sensación palpable de sentirnos y explorar nuestro deseo mojado...
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1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
Luisa Pelufo: El primer acto de creación que recuerdo fue cortarle el pelo a una muñeca Marilú que me había regalado mi madrina. Fue un acto creativo inspirado en que, cuando a mí me cortaban el pelo, me decían que iba a quedar muy linda. Entonces quise hacer lo mismo con mi muñeca. También pienso que esa muñeca fue como un espacio de experimentación (el corte de pelo no la favoreció) y después de un tiempo separé su cabeza del cuerpo para ver cómo funcionaban sus ojos, cómo se abrían y cerraban esas pestañas tupidas y aquí ya entramos en un terreno inseparable de la creación: la curiosidad, la investigación y la experimentación.
2.- RR: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
LP: La lluvia es lacia, como yo. Bienvenida la lluvia que nos libra de incendios en la Patagonia.
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Por Alfonsina Storni
Hoy me mira la luna
blanca y desmesurada.
Es la misma de anoche,
la misma de mañana.
Pero es otra, que nunca
fue tan grande y tan pálida.
Tiemblo como las luces
tiemblan sobre las aguas.
Tiemblo como en los ojos
suelen temblar las lágrimas.
Tiemblo como en las carnes
sabe temblar el alma.
¡Oh!, la luna ha movido
sus dos labios de plata.
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