Por Pedro Martín

Yo veo en cada mujer
que es madre, a la madre mía,
la que colmó mi alegría
y de ternura a mi ser.
A todas las quiero ver
llenas de felicidad.
Que las llenen de bondad
cada hijo bondadoso,
mientras la mía en reposo
comparte mi soledad.

Por Marta Moya

Llevados por el entusiasmo que imprimió José Martí en las estrofas del poema X de Versos Sencillos, con frecuencia se desacierta en cuanto a “protagonista”. Considero que poco se ha visibilizado la imagen del hombre abatido que busca la contemplación de la belleza y en su regocijo disipar las penas. Ese es el aliento que desborda en todo el poema. Por ello, interesa indagar sobre las circunstancias que envolvían la vida del político, del hombre,

Por Pepe Sánchez y Orlando V. Pérez

La revista digital cultural Calle B, adscripta a la Dirección Municipal de Cultura de Cumanayagua, Cienfuegos, fundada el 20 de marzo de 2001 a instancias del inicio de la digitalización a escala municipal dentro del Ministerio de Cultura, ha ido creciendo en dimensiones literario-culturales al paso del tiempo. Su principal gestor, Pepe Sánchez, director y fundador de Calle B, tuvo la magnífica idea de bautizarla con el calificativo que aún ostenta, partiendo del nombre de una calle de esta ciudad, a cuya entrada, en

Por Elizabeth Alvares           

        A  Orly  in memoriam

       No tengo candelabros en mi cielo

                         José Sánchez

 

¿Por qué estoy aquí mi padre, al que amo?
No tengo candelabros en mi cielo;
es la tormenta y no tengo reclamo,
con tanto que dar y mucho recelo.

Y es que mis hijos, las luces aguardan
y tú, padre,  poeta sol por tenerme      
y madre entre lunas gime por verme.  
Y yo, que las horas luz se ablandan.

Por Omar Torres

Ya era vida antes de mí y mis acciones,
antes de todo hombre y todos los nombres;
justifiqué la orden primera,
y el miedo sometió.

A la boca el sabor del fruto que cultivamos,
emprendí el mundo en amaneceres;
y lloré ausencias
mientras interpreté la muerte.


Respect

Cuando muere el miedo, la paciencia emerge y con ella las formas sublimes.

 

Por Nicolás Águila

Marcelino Guerra, universalmente conocido como Rapindey, fue autor entre otros números de “Pare cochero” y “Me voy pal pueblo”, dos hits inolvidables del cancionero cubano. Y fue coautor de un bolerazo titulado “Convergencia”, que Miguelito Cuní interpretaba como nadie en su estilo sonero. El tema tiene su historia convergente. A una letra inusualmente poética que el prolífico Bienvenido Julián Gutiérrez había escrito y no hallaba quién se la musicalizara (Aurora de rosa en amanecer / nota melosa que gimió el violín / novelesco insomnio no vivió el amor / así eres tú mujer...), llegó Rapindey y le puso la música exacta que le correspondía. Todo un lujo el resultado de esa simbiosis artística.

Por Nicolás Águila

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 “El Hanabanilla vierte su caudal en el Arimao”,
nos contaba el libro de texto con la frialdad de la hidrografía.
“Es como un abrazo pluvial en las Dos Bocas”,
puntualizaba el viejo profesor con un toque metafórico
un poco cursi seguro.
“Nuestra vida son dos ríos”, se le ocurrió por fin al poeta
y dio en el clavo.
Dos ríos que dan a la Calle Real.

Por Isnoel Yanes

Ya estamos a la mesa,
un bocado más y somos náufragos,
cuerpos convalecientes, ánimas difusas.
El soldado ha vomitado todo su verde,
está apuntando a la ausencia de tu copa
y el vino suda en mis manos.
El amigo se levanta:
ahora mismo es el gatillo del guardián.
Muchacha, la copa se quiebra,
no te vistas de azul,
eso déjalo a las muñecas.

 

Por Orlando V. Pérez

La noche iba colgada a mi cintura,
pero el orto la luz estremecía
como a una pesadilla el claro día,
como volcar el Sol en la pavura.

Parva estrella, cayendo de la altura,
sembraba un surco entre la niebla umbría,
y el alba poco a poco se bebía
la magia astral del eco en la espesura.

El cabello, los ojos, el aliento;
las manos, la esperanza, el alimento:
todo llegó de ti en un gesto undoso.

Se disipó la sombra en la ventana,
la cintura cargó con la mañana
mientras cantaba el agua desde el pozo.

Por Orlando Pérez González

 El alma trémula y sola
padece al anochecer.
Te has perdido en otro ayer,
pero no se va la aureola
que te sigue. Es una ola
tu recuerdo en mi garganta,
que me arrastra mientras canta:
búscame por la ciudad,
por la vida, por la edad:
soy ave que el aire encanta.