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Por Clara Veitía
En el corazón del pueblo de Cumanayagua se yergue magnánimamente una edificación que es referencia local y símbolo de la pujanza económica de los años 20 del pasado siglo: la Casa Ramírez.
La historia cumanayagüense narra que el 8 de julio de 1922, Facundo Ramírez Sánchez adquirió de Constantino Vázquez y Figueredo la franja de terrenos con una casa de madera, mampostería y teja en el lugar que ocupa la casa actual y un grupo de casas con frente a la calle Real. El 4 de febrero de 1925 es declarada esta construcción. Ese día Facundo Ramírez recibió, según la escritura pública, un préstamo por valor de 15 000 pesos en moneda norteamericana, de manos de Domingo Gómez Gómez, a pagar en un plazo de 4 años, incluido en su devolución los intereses y otros gastos. Como condición del contrato la casa Ramírez quedó hipotecada. La crisis económica de 1929 obligó a Ramírez a entregar la propiedad a los hijos de Domingo Gómez Gómez, el 21 de octubre de 1931. Facundo Ramírez murió el 12 de marzo de 1932 y su familia se trasladó a Cienfuegos.
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Por Pepe Sánchez
Los antiguos cantaron en sus sagas
innúmeras batallas, laberintos
y epopeyas y túmulos ya extintos,
formas del tiempo que parecen vagas.
La referencia siempre trae plagas,
y la etimología y los instintos
ponen a dialogar, entre distintos
mares, el mismo idioma en que naufragas.
Grabados en el bronce, o sobre el hombro,
pasto fueron ayer de la herejía,
que ni el viento recuerda ni yo nombro.
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Por Mayda Palazuelos
Los amantes son los mismos; solo que ahora sienten que ese acto es más tierno; las caricias son más suaves, sentidas en ambos cuerpos.
Ella palpa su mano zurda como regodeándose cuando le acaricia suavemente la enrevesada melena. Mientras eso sucede, la leona une su cuerpo al de su amado y le lame todo el pecho con su lengua suave y tibia. Ambos, totalmente desnudos: sus ropas han rodado por cualquier esquina del colchón, vestido con sábanas blancas.
El amante zurdo tiene la piel muy perfumada: un perfume masculino hecho de celos, distancia y espera; ardiente perfume, exquisitas hormonas. Ahora él se regodea en repasar las manos por la ondeada melena de su leona, aún soñolienta; pero, dulcemente enamorada, lo besa.
Los dos susurran y se aproximan tanto, de una forma tan cómoda, que los cuerpos se funden, cual si fueran uno, en el fiero y tierno acto de la cópula.
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Ágil cuerpo sumergido
en la linfa encarcelada,
es mariposa que nada
hasta divisar su nido.
Y después de concluido
noble reto, y desovar,
se anima para besar
las flores de mi batey
y con trazo de su ley
vuelve feliz a volar.
Entre dos arroyos vi
esa luz de amaneceres
y adornos de atardeceres
reflejando el carmesí
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Por Orlando V. Pérez
Como presa del autismo
(callado, sin maldecir),
¿qué hacer para digerir
este extraño cataclismo?
Es el borde del abismo,
es la maldita frontera,
y la sombra, como estera
interminable me acecha
como si estuviera hecha
de dolor, la carretera.
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Por Yusbiel J. León
Aquí estoy hollín de etapas
Que no sé bien si he quemado;
De lo que fuera, mejor,
De lo que no he sido, algo;
Deshilándome estos días
Que de tejerme no acabo,
Pero que sin darme cuenta
Invariablemente gasto.
Toco con mis manos duras
Un corazón que está blando
(El tiempo de tantos sustos
Nos lo va poniendo manso).
Vuelvo a mis horas primeras:
Sin guante en el pelotazo,
El primero de la clase,
El último en el escándalo,
Las ganas de carpintero
En el abuelo del casco
(Se me fue antes de explicarle
Que a huérfano no me adapto)
Pero en fin la realidad
Me trae al pasar los años
A este mapa sin escalas
Que me duele en los zapatos
Y me anda hurgando en el pelo
Con cierto capricho blanco,
Para decir que el principio
Ya está mucho más lejano.
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Por Nélida Puerto
Si me pudiera sentar
sobre el tiempo, con mi arcilla,
golpearía la mejilla
que no han podido golpear
y podré entonces mostrar
aquellos brazos marinos
deslizándose felinos
para tener en la frente
de mutilada corriente
los más intensos caminos.
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Un destello de luz en la avenida
me ha llegado directo al corazón,
se me arruga la faz, no la emoción;
la angustia no se escapa con la huida,
es joya para el dedo de la vida
y el sendero confuso de otra Era.
Puede ser el otoño primavera
si el invierno florece de placer.
Bendigo ese lugar donde al caer
me seduce la fibra de la espera.
Con esta décima la autora obtuvo Premio en el Encuentro-Debate Municipal de Talleres Literarios (Cumanayagua, octubre 2021). (N. del E.).
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Por Airan Morales
Cuando encontré este lugar creí que esas malditas cosas no me hallarían; la tranquilidad no es eterna, tarde o temprano tendré que abandonarlo todo e ir en busca de seguridad. Pensé que este sería el lugar indicado para tener descendencia. Parece que fue ayer cuando mis crías correteaban por todos lados devorando el vital líquido que fluye por túneles subterráneos.
De hecho, así es. Pero de nuevo gigantescos seres con cuatro garras afiladas arrasaron lo que hace tres días llamé hogar. De manera que no me queda otra alternativa que saltar con mis seis patas y alejarme lo más posible a otro lugar, lo cual sería inevitable. Por suerte, para mi especie hay millones de sitios mejores nombrados perros.
Con este cuento el autor obtuvo Mención Especial en el Encuentro-Debate Municipal de Talleres Literarios (Cumanayagua, octubre de 2021). (N. del E.).
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Por Reynaldo de la C. Fernández
Oriol es el teatro. Nada escapa de su praxis de hombre conmovedor. Golpeado y bendecido al unísono, en una suerte de exorcismo mefistofélico. Es un libreto inconcluso de Grotowski. Una invocación al drama y la comedia, de una vida apasionada. Como el Ave Fénix, una y otra vez desde las cenizas. Como Hamlet, existencialista entre ser y no ser; escéptico, entre no ser y ser. Como Brecht, a veces distante en un mundo ambivalente de altibajos, pero cálido e involucrado en la cercanía, como Stanislavski. Un híbrido lorquiano. Una bufonada de Molière. Oriol es teatro puro, inmaculado, irreversible. Una mezcolanza de personajes indefinidos que hacen delirar a los amigos que le han tocado de cerca, en historias de amores y desamores. Tal vez relegado en su condición municipal, pero temerario en la pelea contra el olvido y el prejuicio intelectual. Su historia no cabe en una viñeta. Pero me arriesgo a perecer en el intento.
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