Por Nicolás Águila


AntoniomenendezpelaezAntonio Menéndez Peláez es un héroe cubano aunque haya nacido en Asturias. Siendo un adolescente se radicó en la ciudad de Cienfuegos, donde cumplió su sueño de hacerse piloto. Llegó a ser un as de la aviación y pionero de los vuelos trasatlánticos. En mi pueblo de Cumanayagua —y en Cuba— se convirtió en una leyenda tras su muerte trágica en el aeropuerto de Cali en 1937. Cuentan que Menéndez Peláez le “vendía listas” a la novia cumanayagüense lanzándole flores desde su monomotor después de hacer mil piruetas en el aire. Con ella se casó y tuvo un hijo, Tony Menéndez, a quien yo veía de niño embalado en su auto de carrera —una cuña roja, creo recordar— por la calle de mi pueblo que lleva el nombre de Capitán Antonio Menéndez Peláez, la vieja calle siempre Calle Nueva donde nací y donde me crie.

 

Por Nélida Puerto

 
La dama irrumpe el espacio,
su confusa mirada
sonroja el hechizo del momento,
pasto para los amantes. 
Hoy el lente se esmeró: 
el grabado en los anillos
y la magia de la fotografía 
argumentan un compromiso de cartón.
Dos dueños y una ráfaga de olvido.
Un pacto se impone;
la cama puede ser el éxtasis 
que marque un nuevo rumbo.
Cuando la excitación sobrepasa el clímax,
varios billetes 
una mano extendida
un hogar
un sueño roto.

Por Nélida Puerto

Qué importa que mi vida se estacione
y cabalgue mi huella a tu latido:
he de ser el silencio que ha partido,
tal vez la golondrina que se impone
al polvo, conociendo quién dispone
de este abismo igualado a la alegría.
¿Volverán tus abrazos sin porfía?
¿Gozaré tu regreso y tus cabellos
traerán luz, serpenteando sus destellos
desafiantes? ¿Serás una utopía?

 

 

Por Octavio Pérez


Hace muchos años residía en la capital un hombre muy rico. Su hijo enfermó y no curaba. Los mejores médicos le habían visto, sin hallar la medicina que quitara sus males.
     El padre tuvo suerte para los negocios y poseía fábricas y tierras, pero era muy desdichado. Decidió, costara lo que costara recuperar la salud perdida de su único heredero.
     Cierto día que nadie precisa, un viejo muy sabio le dijo que en el Escambray vivía el hombre más saludable del mundo y que poniéndose su camisa se curaba uno de todas las enfermedades.
     Esperanzado, lo más rápido que pudo, hizo los preparativos y se fue en busca de quien le devolvería el sosiego. Seguro estaba que con la fortuna que disponía conseguiría comprar la camisa prodigiosa.
     A todos preguntaba por la existencia del personaje y ninguno podía darle referencias. No desmayó y continuó la búsqueda. Frecuentaba lugares de gran afluencia de público: parques, cines y hasta prostíbulos de las ciudades y pueblos cercanos a la cordillera.
     Cuando prácticamente aseguraba que el viejo le había mentido, tomó asiento en un lugar alejado del bullicio y un transeúnte inició este diálogo:

Por Elizabeth Álvarez


Voy a tejer mi coraza
con hilos de la marea
para que nadie me vea
como aluvión que pasa,
esperaré la barcaza
que me llevará al final,
miraré por el ojal
angosto de triste vida.
Ni veremos cuál herida
permanece en el umbral.

 

Lustros de la inocencia

Ese barco que abordé
con lustros, y la inocencia
se cobija en la paciencia
de la bruma que escolté.

          Esta tarde llueve, como nunca y no
          tengo ganas de vivir, corazón (…)

                   César Vallejo

Por Orlando V. Pérez

Hoy llueve de manera inclaudicable,
y no estoy en París,
y aún tengo ganas de vivir,
maltrecho corazón.
Hoy llueve no contra los cristales
ni sobre la hojarasca
ni sobre el pavimento.
Hoy llueve en mí,  
y la madre me ha parido la nostalgia.
La memoria se diluye en cada gota:
ya no soy más
que un río desprovisto de sus márgenes.

Hoy llueve como nunca
y me contemplo
árbol que busca sus raíces.

 

 

Por Nicolás Águila

Una frugal comida hiposódica
cerveza sin alcohol atemperada
café decaf con leche desnatada
endulzado con sacarina sódica.

Un cigarro electrónico una módica
sonrisa reluciente de la nada
aliento de alcachofa salcochada
de cebolla encurtida y espasmódica.

La dieta light me priva y me descoca
me priva y me descoca la dietética
combino así la ética y la estética

mente sana en cuerpo salvo y sano
—saludable y hermoso como toca
a un sobreviviente poscubano.

Por Pedro Luis Morales


La envidia es la enfermedad
que sufren los incapaces
y los convierte en audaces
engendros de la maldad.
Sufren la prosperidad
del vecino más cercano.
Jamás le tienden la mano
a nadie en función de ayuda.
Constituyen, pues, sin duda,
la escoria del ser humano.

Siempre ves al envidioso
mirando a uno y otro lado,
y si alguien ha progresado
dicen: “¡Mira que es dichoso!”.
Su accionar es bochornoso
por su forma de pensar,
ni siquiera imaginar

Por Elsie Carbó

Como parte de un sin número de gestos altruistas que por estos días los cubanos ejercen para ayudar a los damnificados en Pinar del Río por el paso del ciclón, un grupo de amigos unidos por el amor al terruño lejano decidimos aportar lo que se pudiese en nombre de los cumanayagüenses que viven en La Habana, y de esa manera ayudar en alguna medida a remediar la triste situación de los que se han quedado sin nada.
     Así mediante una convocatoria en las redes sociales se han estado acopiando donaciones de distintos géneros que van desde medicamentos, ropa, zapatos, artículos de aseo y otros, que se llevarán al Consejo de Iglesias de Cuba, para que, posteriormente sean trasladadas hasta un punto en Pinar, donde después serán repartidas entre los necesitados.
     De esa gestión se encargó personalmente Omar Rivero; en cuanto a las colaboraciones en esta primera fase llegaron las de Jorge Andrés Puello Hernández, Mario Muñiz, Berta Ferrer, Elsa Valdés, José Antonio Subires y Francisco Lago, más conocido en el pueblo por Paquito.

Por Iruan Luis Cordero


Tengo  tantas fronteras por delante
en la bifurcación del pensamiento
por las alas libres de mi joven musa,
que ni el Minotauro sabría salir del laberinto.
Decidí detener una hora en mi mano,
escupo en ella un tímido beso
y le golpeo la cara al viento.
¿Cuánto habré de pagar por conocer
la tristeza del que vuelve
cansado de olvidar?
Dentro de mí la noche es ala;
no impide abrazar al Minotauro
que en mi pecho llora.
El veneno no está en la memoria
sino en la orden,
en la torpe sucesión que esconde la noche.