Por Raiza K. Olivera

 

Todo conspira, el abrazo que no se dio a tiempo, el ardor del grito impune, todo conspira. Pero cuando se izan las velas ya nada se confunde, es como si se esclareciera de pronto la tormenta y los rayos cayeran directo al pecho del hombre.
    Cuando las velas se expanden como globos aereostáticos nada las puede detener. Volvemos a la reflexión de los abrazos perdidos, al triste desvarío de la caricia no dada, a las ausencias de las palabras y las cosas. Brillan aquellos instantes que antes parecieron tinieblas y quieres regresar, pero como dije, las velas se han izado y no hay retorno posible. Solo mirar a través de estas nubes la existencia de otros hombres, que una vez también izaron las velas, a ver dónde los llevaba el viento.

Por Sandra M. Busto


Un día como otro cualquiera en la playa, una niña jugaba haciendo castillos de arena, mientras sus padres la ayudaban. Entre todos recogían conchas, caracoles, algas y conformaban su palacio de arena. Unos metros después, un joven leía sin levantar la vista de un libro. Por las páginas se podía adivinar que faltaba poco para llegar al final. Ávido de llegar al término, no era consciente de la niña que corría para recolectar más objetos que adornaran su obra, ni de otro bañista que dormía debajo de la sombra de la siguiente sombrilla, como si aquel sonido apacible del mar le aportara la paz a su cotidiano estrés de trabajo, oficina, calles y presión del tiempo, escapando así en una paradisíaca playa del caribe, de todo el bullicio de su tempestuosa cotidianidad.
     Un grupo de amigos, en el cual me encontraba, conversábamos sobre conciertos, nuevas tendencias musicales y algunos conocidos en común. Dos sombrillas después de nosotros, otras dos muchachas también disfrutaban de su día de vacaciones. Al rato llegaron dos jóvenes y decidieron ocupar la sombrilla vacía en medio. Minutos después se les veía interesados en las muchachas y un rato más tarde lograban romper el hielo y comenzar un animado dialogo.

Por Neiby Cisnero

              A mi hija


Te deslizas
en una burbuja hacia la otra orilla:
alzas el vuelo.
¿Qué será de los sueños
que transforman la psiquis
y de los candelabros que esperan?
¿Qué metamorfosis anidará en mí,
mientras observo el rumbo que te acecha?
¿Qué será de las batas blancas
y de ese desayuno que te aguarda en la mesa? 

 

 

Por Lucio Pérez

 
              ...Hendido, sí, en busca del candil
              que me prestó Confucio,
              pero ligero ya, dispuesto tal vez
              a tragarme algún bocado de futuro.


                         Orlando V. Pérez


Quién reconocerá el espacio de luz abandonado,
la suerte de tantos años
de salpicar sueños a la palabra.
He transitado muchas veces
bajo la pupila de un adolescente
cegando el herboso camino.
Hoy queda el vigor de una cosecha;
los restos de una época de inmortales rocinantes
sucumben bajo nidadas de golondrinas
que aprovechan oquedades en el tiempo.
Hoy me siento bajo la sombra del verso
y toco a la puerta del Fénix,
quizás lo convenza
y me ofrezca su secreto. 

 

Por Mayda Miranda


El silencio es un caracol
que habita en los valles del alma,
mientras el alto ruido del mundo
palpita desde afuera.
Su brújula rebosa
la hipérbole del caos,
su fluido…

Aquí se desbordan los días
y la luz se bebe el océano.
Vislumbro paisajes
que contemplábamos juntos
cuando el polvo del camino
era polvo de estrellas.

La distancia se aproxima:
soy el arcoíris que se antepone a la lluvia.
Solo las manos correctas pueden modelar sus sueños.

Por Pedro Silva


El frío terminó sus acordes de nieve
me acerco a un árbol mugriento que gime
Veo lágrimas
recuerdos que no lograron su travesía
Una ardilla recorre el trébol
le digo que no está solo
es una misma agonía
y puede caminar
pero sigue triste con sus ramas deshojadas
Mis amigos decidieron irse
no cabía mi corazón en sus maletas
y no importa lo que hagas
siempre se irán
Son lápidas y cementerios vacíos
¿Qué queda después del dolor?
¿Quien llora cuando no estamos vivos?

Por Maribel Monzón


            El tiempo no corre siempre hacia delante,
            y el espacio, ese en el que parece que estamos,
            no es necesariamente invariable.


                          José Sánchez


Involución

Involución      cuarta era
de un milenio inexistente
Hay un designio demente
donde ya el hombre no espera
nada        En la humanidad impera
el criterio del vacío
¿Cómo detener el río
que va destino al fracaso?

Por Anisley Fernández


Cómo me
dueles,
Isla.
¡Dolor
tan rosa!
Tú cáscara
se empolva
aquí,
al centro
de las niñas.
Con ópalos
untuosos
te amasan,
te estrujan,
te asfixian

Por Hansrruel Aldana


Soy un hueco en el aire de esta casa,
donde escucho mis pasos obsoletos
hablarles de tu olor a los objetos,
buscarte en el silencio cuando pasa.
La sombra de tu sombra soy. Escasa
brevedad de la luz sobre tu ausencia.
La casa es una simple intermitencia
del eco de tus pasos que no existen.
La casa y tú me ignoran, no resisten
tu imagen dibujada en mi conciencia.

Tu risa es un olor que se pasea
por cada habitación de mi recuerdo.
La casa me acorrala y yo la muerdo.
¡Qué hiriente desamparo me rodea!
Tu voz como un fantasma merodea

Por Rodolfo Rensoli


Todos quieren verte en la foto de cumpleaños.
Ni en la de la boda, siquiera.
Me consta en el espejo, que soy.
Me quedé solo una vez y abandonado del andar de los otros,
no hubo excepción.
Todos se equivocan, mas sonrío.
Y a veces lanzo un brazo al aire
como el que quiere conquistar todo el espacio. Tantos datos no me salvan.
Ni los que ven, ni los míos.
Yo, continúo remando.
Aunque los callos producidos por los remos, se conviertan en piezas de museo.
Cómo debo rechazar semejante gratitud.

Tomado de la peña virtual “Los cinco sentidos”, dirigida por Yamilé Calcines. (N. del E).