- Detalles
Por Katia Chávez
El silencio habló.
Mientras una esperanza con sus brazos rodeaba,
Los dedos intentaron desgarrar.
Sentenció la ausencia de mis noches.
Hizo un guiño de invitación
Por todas las oscuridades
Dormidas.
Queriendo encontrar lo infinito del desorden,
Miraba intenso a las pupilas como quien penetra a mis desvelos.
Y dijo...
que algún día el sueño me sorprendería.
Que las noches son eternas pero no estarán por siempre.
Dejé caer los párpados hasta parecer vencida.
- Detalles
Cierto día un hombre caminaba por el bosque y encontró un polluelo de águila. Al verlo desprotegido decidió llevárselo a su casa y lo puso en un gallinero. Estando allí, el polluelo aprendió a comer la misma comida que las gallinas y a conducirse como ellas. Un día, un hombre experto en zoología pasó por allí y le preguntó al propietario del gallinero, que por qué tenía un águila encerrada en el corral.
—Como le he dado la misma comida y siempre ha estado entre las gallinas, nunca ha aprendido a volar —respondió el propietario—. Se comporta como ellas, así que ya no es un águila, sino una gallina más.
Sin embargo, insistió el zoólogo:
—Es un águila y tiene instinto de volar, y con toda seguridad, se le puede enseñar a hacerlo. El zoólogo tomó en sus brazos suavemente al águila, y le dijo:
—Tú perteneces al cielo, no a la tierra, no eres gallina. Abre tus alas y vuela.
El águila, sin embargo, estaba confundida y al ver que las gallinas comían, saltó y se reunió con ellas nuevamente. Al día siguiente el zoólogo llevó el águila al tejado de la casa y la animó, diciéndole de nuevo:
- Detalles
Por Yadira Troche
Con mudeces sobrevivo:
soliloquio aletargado.
De este verbo amordazado
me nace el solo motivo
de crecer. ¿Cuán fugitivo
vuelve mi olor a las voces
reprimidas? ¿Cuáles goces
olvidé como si nada?
Muda, silente, vedada...
bajo tus manos atroces.
- Detalles
Por Irelia Pérez
Viene desde todos los adioses
Anduvo por el filo de todas las memorias
buscando otra deidad
honduras de algún pozo donde limpiar la fe.
Solía ser entonces apenas una cruz
navegando sin anclas al fondo del espejo.
El porvenir era una luna de cristal. Y era la noche
tan silente y absurda como un retorno al amnios
o un diálogo de peces.
Nunca supo cómo fue quedando adentro de esa sombra
a ratos invisible.
(Un día se descubrió cortándola en rodajas
para servirla junto al pan y los recuerdos).
Amanecía con el corazón en las ventanas
recogiendo una a una cada vela del mundo.
- Detalles
Por Raúl Jiménez
Este taller cienfueguero
de la cultura cubana,
a la Patria la engalana
con esfuerzo verdadero.
Quien viene aquí es con esmero,
firmemente decidido,
y por lo que yo he vivido,
las obras continuarán,
porque jamás pasarán
a los tiempos del olvido.
- Detalles
Yo descubrí unos enterramientos en el Castillo; una era la Dama Azul, pero otra muerta, mucho más reciente, estaba vestida de verde, a lo mejor era una miliciana. Urra sabe de qué estoy hablando. (Se refiere a Urra Maqueira, escritor y crítico de arte).
La leyenda de la Dama Azul, que aparece en el Castillo y se pasea por las almenas antes del amanecer, con su velo y un pájaro blanco, es muy linda y la Dama seguramente que era también.
- Detalles
Rimbaud
bajo la ráfaga que hace girar
el éter de la noche, un adolescente
quiebra las hojas secas del manzano. confirma así
su paso tras la película, aquella fantasía
creída fugazmente. siento el equívoco
«a las cuatro de la mañana, en el estío»
cuando un rostro embelesa (su rostro)
y temo que ha llegado superponiendo las cosas.
descreyendo
la otra mitad que con suspicaces palabras
prohibieron. tú, encendías una lámpara
para que nada fuera tan extraño. al final,
ya no estabas donde antes. quizás,
eras una imagen segmentada que nunca existió.
un abrevadero sin límites. una estatua de sal
al borde de un paraje, ya gris y de provincia.
ah, apenas eso...
- Detalles
V
Es necesario a veces quedarse en una esquina
mirando con desdén a la gente que pasa.
Es necesario a veces salir de nuestra casa
y averiguar por dónde el cielo se termina.
Y resulta prudente beber la medicina
y sujetar un jarro por el medio del asa
y componer el viejo reloj que se retrasa
o alimentar un gato que vive en la oficina.
Y es agradable oír cómo se quema un leño,
contar una mentira o acostarse con sueño.
Es necesario casi maldecir algún nombre
y repetir el eco de esta palabra: adiós.
Es necesario todo…, hasta creer en Dios,
para así parecernos terriblemente a un hombre.
- Detalles
Por Isnoel Yanes
Esperar es oficio, una suerte de vapor
que nos hace enmudecer, ser un silencio
que presume.
Esperar descalza la mente
y deja su tiempo en una terraza
donde dormitan las horas, como ríos que rehúsan
extender su cauce a los océanos.
La espera tiene una tradición propia
y algún día, seguramente,
podré arremeter contra su pereza.
- Detalles
Alguna vez, todos hemos quedado
a la orilla de un paisaje roto
por donde se escapa el aliento.
Nelson Simón
Por Olga L. Robaina
No sé de tus utopías,
ni de sutiles promesas,
ni del amor que confiesas
en el curso de los días.
No sé si las profecías
que vaticinan las cartas
son ciertas.
Cuando te apartas
y dejas sobre mi arena
las huellas, parece ajena
la soledad;
si me ensartas en tu aguja,
seré el hilo de Ariadna,
seré el escape.
Página 25 de 43